451 casos

'Habían' en la Biblia

Quince codos por encima subieron las aguas después que los montes habían sido cubiertos.

Las aguas bajaron gradualmente de sobre la tierra, y al cabo de ciento cincuenta días, las aguas habían decrecido.

Después envió una paloma para ver si las aguas habían disminuido sobre la superficie de la tierra,

Y hacia el atardecer la paloma regresó a él, y he aquí, en su pico {traía} una hoja de olivo recién arrancada. Entonces {Noé} comprendió que las aguas habían disminuido sobre la tierra.

Y el SEÑOR descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres.

Y tomó Abram a Sarai su mujer, y a Lot su sobrino, y todas las posesiones que ellos habían acumulado, y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a la tierra de Canaán; y a la tierra de Canaán llegaron.

Doce años habían servido a Quedorlaomer, pero en el año trece se rebelaron.

Entonces Abraham tomó a su hijo Ismael y a todos {los siervos} nacidos en su casa y a todos los que habían sido comprados con su dinero, a todo varón de entre las personas de la casa de Abraham, y aquel mismo día les circuncidó la carne de su prepucio, tal como Dios le había dicho.

Y todos los varones de su casa, que habían nacido en la casa o que habían sido comprados a un extranjero por dinero, fueron circuncidados con él.

Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, rodearon la casa, tanto jóvenes como viejos, todo el pueblo sin excepción.

Y aconteció que cuando los habían llevado fuera, {uno le} dijo: Huye por tu vida. No mires detrás de ti y no te detengas en ninguna parte del valle; escapa al monte, no sea que perezcas.

Pero Abraham se quejó a Abimelec a causa de un pozo de agua del cual los siervos de Abimelec se habían apoderado.

Y aconteció que cuando los camellos habían terminado de beber, el hombre tomó un anillo de oro que pesaba medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez siclos de oro,

Y todos los pozos que los siervos de su padre habían cavado en los días de Abraham su padre, los filisteos {los} cegaron llenándolos de tierra.

Isaac volvió a cavar los pozos de agua que habían sido cavados en los días de su padre Abraham, porque los filisteos los habían cegado después de la muerte de Abraham, y les puso los mismos nombres que su padre les había puesto.

Entonces riñeron los pastores de Gerar con los pastores de Isaac, diciendo: El agua es nuestra. Por eso él llamó al pozo Esek, porque habían reñido con él.

Y sucedió que aquel mismo día los siervos de Isaac llegaron y le informaron acerca del pozo que habían cavado, y le dijeron: Hemos hallado agua.

{Después} los hijos de Jacob vinieron sobre los muertos y saquearon la ciudad, porque ellos habían deshonrado a su hermana.

Jacob fue a su padre Isaac en Mamre de Quiriat-arba, es decir, Hebrón, donde habían residido Abraham e Isaac.

Porque los bienes de ellos habían llegado a ser tantos que no podían habitar juntos, y la tierra en que moraban no podía sostenerlos a causa de su {mucho} ganado.

Cuando José fue llevado a Egipto, Potifar, un oficial egipcio de Faraón, capitán de la guardia, lo compró a los ismaelitas que lo habían llevado allá.

Pero cuando las habían devorado, no se podía notar que las hubieran devorado; pues su aspecto era tan feo como al principio. Entonces me desperté.

José había reconocido a sus hermanos, aunque ellos no lo habían reconocido.

Y sucedió que cuando acabaron de comer el grano que habían traído de Egipto, su padre les dijo: Volved {allá} y compradnos un poco de alimento.

Entonces prepararon el presente para la venida de José al mediodía; pues habían oído que iban a comer allí.

Cuando habían salido ellos de la ciudad, {y} no estaban muy lejos, José dijo al mayordomo de su casa: Levántate, sigue a esos hombres; y cuando los alcances, diles: `` ¿Por qué habéis pagado mal por bien?

Cuando se oyó la noticia en la casa de Faraón, de que los hermanos de José habían venido, le agradó a Faraón y a sus siervos.

Y tomaron sus ganados y los bienes que habían acumulado en la tierra de Canaán y vinieron a Egipto, Jacob y toda su descendencia con él:

Y después de sepultar a su padre, José regresó a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que habían subido con él para sepultar a su padre.

Y azotaban a los jefes de los hijos de Israel que los capataces de Faraón habían puesto sobre ellos, diciéndo{les}: ¿Por qué no habéis terminado, ni ayer ni hoy, la cantidad de ladrillos requerida como antes?

Pero cuando Faraón vio que la lluvia, el granizo y los truenos habían cesado, pecó otra vez, y endureció su corazón, tanto él como sus siervos.

Y de la masa que habían sacado de Egipto, cocieron tortas de pan sin levadura, pues no se había leudado, ya que al ser echados de Egipto, no pudieron demorarse ni preparar alimentos para sí mismos.

Y el SEÑOR endureció el corazón de Faraón, rey de Egipto, y {éste} persiguió a los hijos de Israel, pero los hijos de Israel habían salido con mano fuerte.

Y Moisés contó a su suegro todo lo que el SEÑOR había hecho a Faraón y a los egipcios por amor a Israel, todas las dificultades que les habían sobrevenido en el camino y {cómo} los había librado el SEÑOR.

Y tomando el becerro que habían hecho, {lo} quemó en el fuego, lo molió hasta reducirlo a polvo y lo esparció sobre el agua, e hizo que los hijos de Israel {la} bebieran.

Y todas las mujeres hábiles hilaron con sus manos, y trajeron lo que habían hilado, {de tela} azul, púrpura, escarlata y lino fino.

Y recibieron de Moisés todas las ofrendas que los hijos de Israel habían traído para hacer la obra de la construcción del santuario. Y ellos {seguían} trayéndole ofrendas voluntarias cada mañana.

Y Moisés examinó toda la obra, y he aquí, la habían llevado a cabo; tal como el SEÑOR había ordenado, así {la} habían hecho. Y Moisés los bendijo.

Y Moisés preguntó con diligencia por el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, y he aquí que había sido quemado. Y se enojó con Eleazar e Itamar, los hijos que le habían quedado a Aarón, diciendo:

Entonces Moisés y Aarón tomaron a estos hombres que habían sido designados por sus nombres,

Las familias de los gersonitas habían de acampar detrás del tabernáculo, al occidente;

Las familias de los hijos de Coat habían de acampar al lado sur del tabernáculo;

Y el jefe de las casas paternas de las familias de Merari {era} Zuriel, hijo de Abihail. Habían de acampar al lado norte del tabernáculo.

Los que habían de acampar delante del tabernáculo al oriente, delante de la tienda de reunión hacia la salida del sol, {eran} Moisés, Aarón y sus hijos, desempeñando los deberes del santuario para {cumplir} la obligación de los hijos de Israel; pero el extraño que se acercara, moriría.

Pero dos hombres habían quedado en el campamento; uno se llamaba Eldad, y el otro se llamaba Medad. Y el Espíritu reposó sobre ellos (ellos estaban entre los que se habían inscrito, pero no habían salido a la tienda), y profetizaron en el campamento.

Por eso llamaron a aquel lugar Kibrot-hataava, porque allí sepultaron a los que habían sido codiciosos.

Pero los hombres que habían subido con él dijeron: No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros.

Y dieron un mal informe a los hijos de Israel de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por la que hemos ido para reconocerla es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella son hombres de {gran} estatura.

Y Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefone, {que eran} de los que habían reconocido la tierra, rasgaron sus vestidos;

El sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce que habían presentado los que fueron quemados, y a martillo los hicieron una cubierta para el altar,

Entonces el sacerdote Eleazar dijo a los hombres de guerra que habían ido a la batalla: Este es el estatuto de la ley que el SEÑOR ha ordenado a Moisés:

Y el botín que quedó del despojo que los hombres de guerra habían tomado fue de seiscientas setenta y cinco mil ovejas,

y de los seres humanos, de las mujeres que no habían conocido varón acostándose {con él, fueron} en total treinta y dos mil.

En cuanto a la mitad {para} los hijos de Israel, que Moisés había apartado de los hombres que habían ido a la guerra,

Los hombres de guerra habían tomado botín, cada hombre {algo} para sí mismo.

Y se encendió la ira del SEÑOR contra Israel, y los hizo vagar en el desierto por cuarenta años, hasta que fue acabada toda la generación de los que habían hecho mal ante los ojos del SEÑOR.

Entonces el sacerdote Aarón subió al monte Hor por mandato del SEÑOR, y allí murió, el año cuarenta después que los hijos de Israel habían salido de la tierra de Egipto, el primer {día} del mes quinto.

Y aconteció que cuando todos los hombres de guerra habían ya perecido de entre el pueblo,

Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del SEÑOR.

``Y ellos fueron y sirvieron a otros dioses y los adoraron, dioses que no habían conocido y los cuales El no les había dado.

Ofrecieron sacrificios a demonios, no a Dios, a dioses que no habían conocido, {dioses} nuevos que vinieron recientemente, a los que vuestros padres no temieron.

Y ellos los persiguieron por el camino al Jordán hasta los vados, y tan pronto como los que los perseguían habían salido, fue cerrada la puerta.

Y ellos se fueron y llegaron a la región montañosa, y permanecieron allí por tres días, hasta que los perseguidores regresaron. Y los perseguidores {los} habían buscado por todo el camino, pero no {los} habían encontrado.

Entonces Josué levantó doce piedras en medio del Jordán, en el lugar donde habían estado los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto, y allí permanecen hasta hoy.

Aquel día el SEÑOR engrandeció a Josué ante los ojos de todo Israel; y le temieron, tal como habían temido a Moisés todos los días de su vida.

Y aquellas doce piedras que habían sacado del Jordán, Josué las erigió en Gilgal.

Y aconteció que cuando todos los reyes de los amorreos que {estaban} al otro lado del Jordán hacia el occidente, y todos los reyes de los cananeos que {estaban} junto al mar, oyeron cómo el SEÑOR había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que ellos habían pasado, sus corazones se acobardaron, y ya no había aliento en ellos a causa de los hijos de Israel.

Porque todos los del pueblo que salieron fueron circuncidados, pero todos los del pueblo que nacieron en el desierto, por el camino, después de salir de Egipto, no habían sido circuncidados.

Y a los hijos de ellos, que El levantó en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no los habían circuncidado en el camino.

Y el maná cesó el día después que habían comido del producto de la tierra, y los hijos de Israel no tuvieron más maná, sino que comieron del producto de la tierra de Canaán durante aquel año.

Pero Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra: Entrad en la casa de la ramera, y sacad de allí a la mujer y todo lo que posea, tal como se lo jurasteis.

Al ver Josué y todo Israel que los emboscados habían tomado la ciudad y que el humo de la ciudad subía, se volvieron y mataron a los hombres de Hai.

Y sucedió que cuando Israel acabó de matar a todos los habitantes de Hai en el campo {y} en el desierto, adonde ellos los habían perseguido y todos habían caído a filo de espada hasta ser exterminados, todo Israel volvió a Hai y la hirieron a filo de espada.

Los hijos de Israel no los mataron porque los jefes de la congregación les habían jurado por el SEÑOR, Dios de Israel. Y toda la congregación murmuraba contra los jefes.

Y los jefes les dijeron: Dejadlos vivir. Y fueron leñadores y aguadores para toda la congregación, tal como los jefes les habían dicho.

Y sucedió que cuando Adonisedec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había capturado a Hai y que la había destruido por completo (como había hecho con Jericó y con su rey, así había hecho con Hai y con su rey), y que los habitantes de Gabaón habían concertado la paz con Israel y estaban dentro de su tierra,

Y sucedió que cuando Josué y los hijos de Israel terminaron de herirlos con gran matanza, hasta que fueron destruidos, y que los sobrevivientes que de ellos quedaron habían entrado en las ciudades fortificadas,

Y sucedió que cuando llevaron estos reyes a Josué, Josué llamó a todos los hombres de Israel, y dijo a los jefes de los hombres de guerra que habían ido con él: Acercaos, poned vuestro pie sobre el cuello de estos reyes. Ellos se acercaron y pusieron los pies sobre sus cuellos.

Y sucedió que a la hora de la puesta del sol, Josué dio órdenes y los bajaron de los árboles, y los echaron en la cueva donde se habían escondido; y sobre la boca de la cueva pusieron grandes piedras {que permanecen} hasta el día de hoy.

Los rubenitas y los gaditas con la otra media tribu habían recibido {ya} su heredad, la cual Moisés les había dado al otro lado del Jordán, hacia el oriente, tal como se {la} había dado Moisés, siervo del SEÑOR:

Y quedaban siete tribus de los hijos de Israel que no habían repartido su heredad.

Y los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, volvieron y se separaron de los hijos de Israel en Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de su posesión la cual ellos habían poseído, conforme al mandato del SEÑOR por medio de Moisés.

Y sirvió Israel al SEÑOR todos los días de Josué y todos los días de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que habían conocido todas las obras que el SEÑOR había hecho por Israel.

Los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, fueron sepultados en Siquem, en la parcela de campo que Jacob había comprado a los hijos de Hamor, padre de Siquem, por cien monedas de plata; y pasaron a ser posesión de los hijos de José.

Y el pueblo sirvió al SEÑOR todos los días de Josué, y todos los días de los ancianos que sobrevivieron a Josué, los cuales habían sido testigos de la gran obra que el SEÑOR había hecho por Israel.

Con todo no escucharon a sus jueces, porque se prostituyeron siguiendo a otros dioses, y se postraron ante ellos. Se apartaron pronto del camino en que sus padres habían andado en obediencia a los mandamientos del SEÑOR; no hicieron como {sus padres.}

Y estas son las naciones que el SEÑOR dejó para probar con ellas a Israel, {es decir,} a los que no habían experimentado ninguna de las guerras de Canaán

({esto fue} sólo para que las generaciones de los hijos de Israel conocieran la guerra, aquellos que antes no la habían experimentado):

Volvieron los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR. Entonces el SEÑOR fortaleció a Eglón, rey de Moab, contra Israel, porque habían hecho lo malo ante los ojos del SEÑOR.

Y llegó Gedeón con los cien hombres que estaban con él a las afueras del campamento, al principio de la guardia de media{noche,} cuando apenas habían apostado la guardia; tocaron las trompetas y rompieron los cántaros que tenían en las manos.

De allí subió a Peniel, y les habló de la misma manera; y los hombres de Peniel le respondieron tal como los de Sucot le habían contestado.

Ahora bien, Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y sus ejércitos con ellos, unos quince mil hombres, los que habían quedado de todo el ejército de los hijos del oriente; porque los que habían caído eran ciento veinte mil hombres que sacaban espada.

Entonces el Espíritu del SEÑOR vino sobre él con gran poder, y descendió a Ascalón y mató a treinta de ellos y tomando sus despojos, dio las mudas {de ropa} a los que habían declarado el enigma. Y ardiendo en ira, subió a la casa de su padre.

Los príncipes de los filisteos le llevaron siete cuerdas frescas que no se habían secado, y {Dalila} lo ató con ellas.

(Y los hijos de Benjamín oyeron que los hijos de Israel habían subido a Mizpa.) Y los hijos de Israel dijeron: Decid{nos,} ¿cómo ocurrió esta maldad?

Pero el pueblo, los hombres de Israel, se reanimaron, y se pusieron otra vez en orden de batalla en el lugar donde se habían puesto el primer día.

Y los hijos de Benjamín vieron que estaban derrotados. Cuando los hombres de Israel cedieron terreno a Benjamín porque confiaban en las emboscadas que habían puesto contra Guibeá,

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