36 casos

'Pues' en la Biblia

Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra el SEÑOR, para irritar los ojos de su majestad.

Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña.

Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será para ser consumida; aportillaré su cerca, y será para ser hollada;

Y dirás en aquel día: Cantaré a ti, oh SEÑOR; pues aunque te enojaste contra mí, tu furor se apartó, y me has consolado.

Anda pues, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, entre tanto que pasa la ira.

Por tanto, de esta manera pues, será purgada la iniquidad de Jacob; y éste será todo el fruto, la remoción de su pecado; cuando tornare todas las piedras del altar, como piedras de cal desmenuzadas, para que no se levanten los bosques, ni las imágenes del sol.

Pues la palabra del SEÑOR les será, mandamiento tras mandamiento, mandamiento tras mandamiento; renglón tras renglón, renglón tras renglón, un poquito allí, otro poquito allá; que vayan y caigan de espaldas, y se desmenucen, y se enreden, y sean presos.

Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos; y asiéntala en un libro, para que quede hasta el día postrero, para siempre, por todos los siglos.

Mas él también es sabio, para guiar el mal, ni hará mentirosas sus palabras. Se levantará, pues, contra la casa de los malignos, y contra el auxilio de los obradores de iniquidad.

A los cuales dijo Rabsaces: Ahora pues, diréis a Ezequías: El gran rey, el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es ésta en que confías?

Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes al rey de Asiria mi señor; y yo te daré dos mil caballos, si pudieres tú dar caballeros que cabalguen sobre ellos.

¿Cómo, pues, harás volver el rostro de un capitán de los más pequeños siervos de mi Señor, aunque estés confiado en Egipto por sus carros y hombres de a caballo?

Aconteció, pues, que el rey Ezequías, al oír esto, rasgó sus vestidos, y cubierto de cilicio vino a la Casa del SEÑOR.

Quizá oirá el SEÑOR tu Dios las palabras de Rabsaces, al cual envió el rey de Asiria su señor a blasfemar al Dios vivo, y a reprender con las palabras, que oyó el SEÑOR tu Dios; alza pues, oración tú por el remanente que aún ha quedado.

Vinieron, pues, los siervos de Ezequías a Isaías.

Vuelto pues Rabsaces halló al rey de Asiria, que combatía contra Libna; porque ya había oído que se había apartado de Laquis.

Ahora pues, SEÑOR Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan, que solo tú, oh SEÑOR, eres Dios.

Porque contra mí te airaste, y tu estruendo ha subido a mis oídos. Pondré, pues, mi anzuelo en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré tornar por el camino por donde viniste.

Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros extraño. Vosotros pues sois mis testigos, dice el SEÑOR, que yo soy Dios.

Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí.

Oye, pues, ahora esto, delicada, la que está sentada confiadamente, la que dice en su corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad.

Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y vendrá de repente sobre ti destrucción, la cual tú no conocerás.

Lo oíste, lo viste todo; ¿y no lo anunciaréis vosotros? Ahora, pues, ya te hice oír cosas nuevas y escondidas, que tú no sabías.

Ahora pues, dice el SEÑOR, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para que se convierta a él a Jacob. Mas si Israel no se juntara, con todo, yo sin embargo estimado seré en los ojos del SEÑOR, y el Dios mío será mi fortaleza.

Y dirás en tu corazón: ¿Quién me engendró éstos? Porque yo deshijada, y sola, peregrina y desterrada era; ¿quién pues crió éstos? He aquí yo estaba dejada sola, ¿éstos de dónde vinieron?

Así pues dice el SEÑOR: Ciertamente, la cautividad será quitada al valiente; y la presa será dada por libre; y tu pleito yo lo pleitearé, y a tus hijos yo los salvaré.

Miré, pues, y no había quien ayudara, y abominé que no hubiera quien me sustentara; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira.

El que sacrifica buey, como si matara un hombre; el que sacrifica oveja, como si degollara un perro; el que ofrece presente, como si ofreciera sangre de puerco; el que ofrece perfume, como si bendijera la iniquidad. Y pues escogieron sus caminos, y su alma amó sus abominaciones.

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