17 Versículo de la Biblia sobre Los refugiados
Versículos Más Relevantes
Y respondió Abram a Sarai: He ahí tu sierva en tu mano, haz con ella lo que bien te pareciere. Entonces Sarai la afligió, y ella huyó de su presencia. Y la halló el ángel del SEÑOR junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino del Sur. Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai, mi señora.
Salió Israel con todo lo que tenía, y vino a Beerseba, y ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.
Y partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. Y también subió con ellos grande multitud de diversa suerte de gentiles; y muchísimas ovejas y vacas. Y cocieron la masa, que habían sacado de Egipto, e hicieron tortas sin levadura, porque no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían podido detenerse, ni aun prepararse comida.
Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá, fue a peregrinar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos.
Y partidos ellos, he aquí el ángel del Señor aparece en sueños a José, diciendo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te lo diga; porque ha de acontecer, que Herodes buscará al niño para matarlo. Y él despertando, tomó al niño y a su madre de noche, y se fue a Egipto; y estuvo allá hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor, por el profeta que dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
Y hallando a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que hacía poco que había venido de Italia, y a Priscila su mujer, (porque Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma) se vino a ellos;
No entregarás a su señor el siervo que se huyere a ti de su amo. More contigo, en su tierra, en el lugar que escogiere en alguna de tus ciudades, donde bien le estuviere; no le harás fuerza.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis;
Y de las ciudades que daréis a los levitas, seis ciudades serán de acogimiento, las cuales daréis para que el homicida se acoja allá; y además de éstas daréis cuarenta y dos ciudades.
Y habló el SEÑOR a Josué, diciendo: Habla a los hijos de Israel, diciendo: Señalaos las ciudades de refugio, de las cuales yo os hablé por Moisés; para que se acoja allí el homicida que matare a alguno por yerro y no a sabiendas; que os sean por acogimiento del vengador de la sangre del muerto .Leer más.
Y el que se acogiere a alguna de aquellas ciudades, se presentará a la puerta de la ciudad, y dirá sus causas, oyéndolo los ancianos de aquella ciudad; y ellos le recibirán consigo dentro de la ciudad, y le darán lugar que habite con ellos. Y cuando el vengador de la sangre le siguiere, no entregarán en su mano al homicida, por cuanto hirió a su prójimo por yerro, ni tuvo con él antes enemistad. Y quedará en aquella ciudad hasta que parezca en juicio delante del ayuntamiento, hasta la muerte del sumo sacerdote que fuere en aquel tiempo; entonces el homicida tornará y vendrá a su ciudad y a su casa y a la ciudad de donde huyó.
La habitación de Dios es eterna, y debajo de brazos eternos; el echará de delante de ti al enemigo, y dirá: Destruye.
Dios es mi peñasco, en él confiaré; mi escudo, y el cuerno de mi salud; mi fortaleza, y mi refugio; mi salvador, que me librarás de violencia.
Y será el SEÑOR refugio al humilde, refugio para el tiempo de angustia.
Y yo cantaré tu fortaleza, y loaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia.
Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, amparo contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra frontispicio.
Oh SEÑOR, fortaleza mía, y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción; a ti vendrán gentiles desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho.
Bueno es el SEÑOR para fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.