72 Versículo de la Biblia sobre Milagros, respuestas a
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Y Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La tinaja de la harina no escaseará, ni se disminuirá la botija del aceite, hasta aquel día que Jehová dará lluvia sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue, e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella y su casa, muchos días.
Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo; y entren los hijos de Israel por medio del mar en seco.
Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y será que cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta; y sucedía que cuando una serpiente mordía a alguno, si éste miraba a la serpiente de bronce, vivía.
Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová Señor de toda la tierra, fueren asentadas sobre las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se partirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán en un montón. Y aconteció que cuando el pueblo partió de sus tiendas para pasar el Jordán con los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto, cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca se mojaron a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse sobre todas sus riberas todo el tiempo de la siega),Leer más.
las aguas que venían de arriba, se pararon como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Zaretán; y las que descendían al mar del Arabá, el Mar Salado, se acabaron y fueron partidas; y el pueblo pasó frente a Jericó. Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco.
Y él fue, e hizo conforme a la palabra de Jehová; pues se fue y asentó junto al arroyo de Querit, que está antes del Jordán.
Él entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.
Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve, y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano, y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.Leer más.
Mas sus criados se acercaron a él, y le hablaron, diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y fue limpio.
Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dijo entonces al paralítico): Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Entonces él se levantó y se fue a su casa.
Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. Y al instante él se levantó, y tomando su lecho, salió delante de todos; de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: ¡Nunca tal hemos visto!
Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti digo, levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Y al instante, se levantó en presencia de ellos, y tomando el lecho en que había estado acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios.
Mas Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Hija, ten ánimo, tu fe te ha salvado. Y la mujer fue sana desde aquella hora.
Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz, y queda sana de tu azote.
Y Él le dijo: Hija, ten buen ánimo; tu fe te ha salvado; ve en paz.
Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase a mí conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de ella.
Por fe pasaron por el Mar Rojo como por tierra seca; lo cual probando los egipcios, fueron ahogados. Por fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.
Y no pudo hacer allí una gran obra, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sus manos sobre ellos. Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
Y él le dijo: Ve, y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y cierra la puerta tras ti y tras tus hijos; y echa en todas las vasijas, y estando una llena, ponla aparte. Y la mujer se fue de él, y cerró la puerta tras sí y tras sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba el aceite.Leer más.
Y sucedió que cuando las vasijas fueron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otra vasija. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y Él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, caminó sobre las aguas para ir a Jesús. Pero viendo el viento fuerte, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!Leer más.
Y al instante Jesús, extendiendo su mano, trabó de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Y cuando llegaron a la multitud, vino a Él un hombre, y cayendo de rodillas delante de Él, dijo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece mucho, porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y le traje a tus discípulos, y no le pudieron sanar.Leer más.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. Entonces viniendo los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Y Jesús les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo.
Y habló Aarón todas las palabras que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo. Y el pueblo creyó: y oyendo que Jehová había visitado los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron.
Y muchos del pueblo creyeron en Él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más milagros que los que Éste ha hecho?
Y halló allí a cierto hombre llamado Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico. Y Pedro le dijo: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y al instante se levantó. Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.
Entonces el procónsul, viendo lo que había sido hecho, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.
de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos ser sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel.
Y se maravillaban en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; hace a los sordos oír y a los mudos hablar.
Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó de prisa, y habló, y dijo a los de su consejo: ¿No echaron tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Es verdad, oh rey.
Y sabían que él era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y fueron llenos de asombro y admiración por lo que le había sucedido.
Entonces Simón mismo también creyó, y cuando fue bautizado, permaneció con Felipe, y viendo las maravillas y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.
Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron, le vieron, y se quedaron maravillados.
y saltando, se puso en pie, y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
¿Quién como tú, Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en loores, hacedor de maravillas?
«Al Músico principal: sobre Mutlaben: Salmo de David» Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas.
Nabucodonosor habló y dijo: Bendito el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac, y Abed-nego, que envió su Ángel, y libró sus siervos que esperaron en Él, y el mandamiento del rey mudaron, y entregaron sus cuerpos antes que servir o adorar a otro dios que su Dios.
Me ha parecido bien publicar las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán poderosas sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación.
De parte mía es puesta ordenanza, que en todo el señorío de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque Él es el Dios viviente y permanece por la eternidad, y su reino no será destruido, y su señorío permanecerá hasta el fin. Que salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; el cual libró a Daniel del poder de los leones.
Y cuando Él llegó ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto,
y después de amenazarles más, y no hallando nada de qué castigarles, les dejaron ir por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que había sido hecho. Porque el hombre en quien había sido hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años.
Y el pueblo, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo los milagros que hacía.
Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.
Y estando en Jerusalén, en la pascua, en el día de la fiesta, muchos creyeron en su nombre, viendo los milagros que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos.
Y Miriam la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y Miriam les respondía: Cantad a Jehová; porque en extremo se ha engrandecido, echando en el mar al caballo, y al que en él subía. E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua.Leer más.
Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?
Y partiendo de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del mes segundo después que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto. Y les decían los hijos de Israel: Mejor hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de las carnes, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto, para matar de hambre a toda esta multitud.
Así que el pueblo tuvo allí sed de agua, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, y a nuestros hijos y a nuestros ganados?
Y altercó el pueblo con Moisés, y hablaron diciendo: ¡Fuera bueno que nosotros hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová! Y ¿por qué hiciste venir la congregación de Jehová a este desierto, para que muramos aquí nosotros y nuestras bestias? ¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para traernos a este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de viñas, ni granadas: ni siquiera de agua para beber.
Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? ¿Y los nueve dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?
Y vinieron a Jesús, y vieron al que había sido poseído del demonio y había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. Y los que lo habían visto les contaron cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos. Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.
Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido sanado aquel endemoniado. Entonces toda la multitud de la tierra de los gadarenos alrededor, le rogó que se fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y Él, subiendo en la barca, se volvió.
Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró. Y vino gran temor sobre todos los que lo oyeron.
Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y cayó temor sobre todos ellos, y el nombre del Señor Jesús era magnificado.
la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corrió adentro, y dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta. Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella afirmaba que así era. Entonces ellos decían: Es su ángel.
Entonces Abraham cayó sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de dar a luz? Y dijo Abraham a Dios: Te ruego que Ismael viva delante de ti.
Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?
Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi esposa es de edad avanzada.
Entonces los encantadores dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho.
Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas. Y Faraón no os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios.
Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón: mas Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país.
Con todo esto, pecaron aún, y no dieron crédito a sus maravillas.
Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades donde la mayoría de sus milagros habían sido hechos, porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros hechos en vosotras, se hubiesen hecho en Tiro y en Sidón, hace mucho que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os digo: En el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras.
¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho las maravillas que se han hecho en vosotras, hace mucho tiempo que sentadas en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido. Por tanto, en el juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras.
Pero los judíos no creían de que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista,
Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
Pero a pesar de que Él había hecho tantos milagros delante de ellos, no creían en Él;
Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora también ellos las han visto, y nos han aborrecido a mí y a mi Padre.
Entonces los príncipes de los sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchos milagros. Si le dejamos así, todos creerán en Él; y vendrán los romanos y nos quitarán nuestro lugar y nuestra nación.
Y Esteban, lleno de fe y de poder, hacía grandes prodigios y milagros entre el pueblo. Entonces se levantaron unos de la sinagoga que se llama de los libertinos, y cireneos, y alejandrinos, y de los de Cilicia, y de Asia, disputando con Esteban.
Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades; y presentándolos ante los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, y predican costumbres, las cuales no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.
Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias; sino que se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo.
Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me ha de creer con todas las señales que he hecho en medio de ellos?
antes se olvidaron de sus obras, y de sus maravillas que les había mostrado. Delante de sus padres hizo maravillas en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán. Dividió el mar, y los hizo pasar; y detuvo las aguas como en un montón.Leer más.
Y los guió de día con nube, y toda la noche con resplandor de fuego. Hendió las peñas en el desierto; y les dio a beber como de grandes abismos; pues sacó de la peña corrientes, e hizo descender aguas como ríos. Pero aún siguieron pecando contra Él, provocando al Altísimo en el desierto. Pues tentaron a Dios en su corazón, pidiendo comida a su gusto. Y hablaron contra Dios, diciendo: ¿Podrá Dios poner mesa en el desierto? He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas, y arroyos salieron ondeando: ¿Podrá también dar pan? ¿Podrá proveer carne para su pueblo? Por tanto, oyó Jehová, y se indignó: y se encendió el fuego contra Jacob, y el furor subió también contra Israel; por cuanto no habían creído a Dios, ni habían confiado en su salvación;