Porque por esto le pagáis también los tributos; porque son ministros de Dios que sirven a esto mismo.

¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?

Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César; y lo que es de Dios, a Dios.

Y respondiendo Jesús, les dijo: Pagad lo que es de César a César; y lo que es de Dios, a Dios. Y se maravillaron de ello.

Y él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado.

Pagad a todos lo que debéis; al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que temor, temor; al que honra, honra.

Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.

Y aconteció en aquellos días que salió edicto de parte de Augusto César, que toda la tierra fuese empadronada.

Y ellos se la trajeron y les dice: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Y ellos le dijeron: De César.

Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.

Y él dice: Sí. Y entrando él en casa, Jesús le habló antes, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran los tributos o el censo? ¿De sus hijos o de los extraños?

Y después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos , y le dijo: Sígueme.

Pedro le dice: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos.

Y todo el pueblo oyéndole, y los publicanos, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan.

Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, ya sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras a la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?

Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?

Entonces les dice: ¿De quién es esta imagen, y lo que está encima escrito?

Sin embargo, para que no los ofendamos, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que viniere, tómalo, y abierta su boca, hallarás un estátero: tómalo, y dáselo por mí y por ti.

Porque si amareis a los que os aman, ¿qué salario tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?

Entonces sucederá en su silla quien quitará las exacciones, el cual será Gloria del Reino; mas en pocos días será quebrantado, no en enojo, ni en batalla.

¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: El primero. Les dijo Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al Reino de Dios.

Y pasando Jesús de allí, vio a un hombre que estaba sentado al banco de los tributos públicos , el cual se llamaba Mateo; y le dice: Sígueme. Y se levantó, y le siguió.

Y dejadas todas las cosas, levantándose, le siguió.

Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte la nación, y que veda dar tributo a César, diciendo que él es Cristo, un Rey.

Y viendo esto los fariseos, dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?

ayuno lo de dos comidas cada sábado, doy diezmos de todo lo que poseo.

Dos hombres subieron al Templo a orar: el uno fariseo, el otro publicano.

Felipe, y Bartolomé; Tomás, y Mateo el publicano; Jacobo hijo de Alfeo, y Lebeo, por sobrenombre Tadeo;

Por tanto, puesto que vejáis al pobre y recibís de él carga de trigo; edificasteis casas de sillares, mas no las habitaréis; plantasteis hermosas viñas, mas no beberéis el vino de ellas.

Y se llegaban a él todos los publicanos y pecadores a oírle.