40 Versículo de la Biblia sobre predicar
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Pues bien que anuncio el Evangelio, no tengo por qué gloriarme porque me es impuesta obligación; porque ¡ay de mí si no anunciare el Evangelio!
Y algunos, a la verdad, predican al Cristo por envidia y porfía; mas otros también por buena voluntad.
¿Qué premio, pues, tendré? Que predicando el Evangelio, ponga el Evangelio del Cristo de balde, por no hacer mal uso de mi potestad en el Evangelio.
Así también ordenó el Señor a los que anuncian el Evangelio, que vivan del Evangelio.
Y que anunciaremos el Evangelio a los que están más allá de vosotros, sin entrar en la medida \'
por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, estáis siendo salvos, si no creisteis en vano.
del cual yo soy puesto predicador, y apóstol, y maestro de los gentiles.
Y les dijo: Id por todo el mundo; y predicad el Evangelio a toda criatura.
Así que, los doce convocaron la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, y sirvamos a las mesas.
¿Qué pues? Que no obstante, en todas maneras, o por pretexto o por verdad, es anunciado el Cristo; y en esto también me gozo, y aun me gozaré.
Que prediques la Palabra; que apresures a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende duramente; exhorta con toda paciencia y doctrina.
orando también juntamente por nosotros, que el Señor nos abra la puerta de la palabra, para que hablemos el misterio del Cristo, (por el cual aun estoy preso),
¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el Evangelio de la paz, de los que anuncian el Evangelio de lo que es bueno!
Mas aun si nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro Evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema.
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la Palabra con las señales que se seguían. Amén.
Porque la Palabra del madero a la verdad es locura a los que se pierden; mas a los que se salvan, es a decir, a nosotros, es potencia de Dios.
Y todos los días no cesaban, en el Templo y por las casas, enseñando y predicando el Evangelio de Jesús, el Cristo.
en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,
el cual nosotros anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando en toda sabiduría, para hacer a todo hombre perfecto en el Cristo Jesús;
Porque no somos como muchos, mercaderes falsos de la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo.
Y será predicado este Evangelio del Reino en el mundo entero, por testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
¿Cómo, pues invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quién les predique?
Dios envió Palabra a los hijos de Israel, anunciando el evangelio por Jesús, el Cristo; (éste es el Señor de todos).
Luego la fe es por el oír; y el oído, por la palabra de Dios.
Y él les dijo: Que también a otras ciudades es necesario que anuncie el Evangelio del Reino de Dios; porque para esto soy enviado.
Y yendo, predicad, diciendo: El Reino de los cielos ha llegado.
Y de esta manera me prediqué este Evangelio, no donde antes Cristo fuera nombrado, por no edificar sobre fundamento ajeno;
Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el Evangelio de Jesús.
Y recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y todo flaqueza en el pueblo.
Y rodeó Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda flaqueza en el pueblo.
Y ni mi palabra ni mi predicación fue en palabras persuasivas de humana sabiduría, sino en demostración del Espíritu y de potencia;
De cierto os digo, que dondequiera que este Evangelio fuere predicado en todo el mundo, también será dicho para memoria de ella, lo que ésta ha hecho.
Así que, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con altivez de palabra, o de sabiduría, a anunciaros el testimonio de Dios.
Mas ¿qué dice? Cercana está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe, la cual predicamos:
La ley y los profetas hasta Juan; desde entonces el Reino de Dios es anunciado, y quienquiera se esfuerza a entrar en él.
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor; y nosotros, vuestros siervos por Jesús.
¿Por ventura pequé humillándome a mí mismo, para que vosotros fuerais ensalzados? Porque os he predicado el Evangelio de Dios gratuitamente.
Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablaran ni enseñaran en el Nombre de Jesús.
Entonces el Señor dijo de noche en visión a Pablo: No temas, sino habla, y no calles;
Porque testigo me es Dios, al cual sirvo en mi espíritu en el Evangelio de su Hijo, que sin cesar me acuerdo de vosotros siempre en mis oraciones,
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