'Las' en la Biblia
y todos los hermanos que están conmigo: A las iglesias de Galacia:
y {cómo} yo aventajaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, mostrando mucho más celo por las tradiciones de mis antepasados.
Después fui a las regiones de Siria y Cilicia.
Pero {todavía} no era conocido en persona en las iglesias de Judea que eran en Cristo;
sin embargo, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de {la} ley, sino mediante la fe en Cristo Jesús, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para que seamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de {la} ley; puesto que por las obras de {la} ley nadie será justificado.
Esto es lo único que quiero averiguar de vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de {la} ley, o por el oír con fe?
Aquel, pues, que os suministra el Espíritu y hace milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de {la} ley o por el oír con fe?
Y la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció de antemano las buenas nuevas a Abraham, {diciendo:} EN TI SERAN BENDITAS TODAS LAS NACIONES.
Porque todos los que son de las obras de {la} ley están bajo maldición, pues escrito está: MALDITO TODO EL QUE NO PERMANECE EN TODAS LAS COSAS ESCRITAS EN EL LIBRO DE LA LEY, PARA HACERLAS.
Sin embargo, la ley no es de fe; al contrario, EL QUE LAS HACE, VIVIRA POR ELLAS.
Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice: y a las descendencias, como {refiriéndose} a muchas, sino {más bien} a una: y a tu descendencia, es decir, Cristo.
Entonces, ¿para qué {fue dada} la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa, {ley} que fue promulgada mediante ángeles por mano de un mediador.
¿Es entonces la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Porque si se hubiera dado una ley capaz de impartir vida, entonces la justicia ciertamente hubiera dependido de la ley.
Así también nosotros, mientras éramos niños, estábamos sujetos a servidumbre bajo las cosas elementales del mundo.
Pero ahora que conocéis a Dios, o más bien, que sois conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis otra vez a las cosas débiles, inútiles y elementales, a las cuales deseáis volver a estar esclavizados de nuevo?
Observáis los días, los meses, las estaciones y los años.
Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad,
envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.
De aquí en adelante nadie me cause molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.