'Las' en la Biblia
Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.
Y Él les dijo: Vamos a las ciudades vecinas, para que predique también allí, porque para esto he venido.
Y predicaba en las sinagogas de ellos por toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;
y aconteció que al sembrar, una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo y la devoraron.
Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
pero los afanes de este mundo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra;
pero después de sembrado, crece, y se hace la más grande de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de manera que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra.
Y sin parábola no les hablaba, mas a sus discípulos en privado les aclaraba todas las cosas.
Y se levantó una gran tempestad de viento, y las olas azotaban la barca, de manera que ya se anegaba.
Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos, y nadie le podía domar.
Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
Pero la gente les vio partir, y muchos le reconocieron, y corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a Él.
Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar tan siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.
Porque los fariseos y todos los judíos, guardando la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
Y volviendo del mercado, si no se lavan, no comen. Y muchas otras cosas hay que han recibido para guardar, como el lavar las copas, los jarros, los vasos de bronce, y las mesas.
Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan sin lavarse las manos?
Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina, limpiando todas las viandas.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,
los hurtos, las avaricias, las maldades, los engaños, las lascivias, el ojo maligno, la blasfemia, la soberbia, la insensatez.
Y ella respondió y le dijo: Sí, Señor, pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
Y saliendo otra vez de la región de Tiro y de Sidón, vino al mar de Galilea, a través de las costas de Decápolis.
Y tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;
Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.
Y salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
Pero Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: Quítate de delante de mí, Satanás; porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
Y sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra las puede hacer tan blancas.
Y respondiendo Él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; y como está escrito del Hijo del Hombre, que debe padecer mucho y ser tenido en nada.
Y levantándose de allí, vino a las costas de Judea al otro lado del Jordán. Y volvió el pueblo a juntarse a Él, y otra vez les enseñaba como solía.
Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús, respondiendo otra vez, les dijo: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!
Y mirándolos Jesús, dijo: Con los hombres es imposible; pero con Dios, no; porque con Dios todas las cosas son posibles.
E iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; y estaban asombrados, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:
Y muchos tendían sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.
¡Bendito el reino de nuestro padre David, que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, y como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.
Y vinieron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa, casa de oración será llamada por todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Y en la mañana, pasando por allí, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque no conocéis las Escrituras, ni el poder de Dios?
Y el amarle con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.
Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con vestiduras largas, y aman las salutaciones en las plazas,
y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;
que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Éstos recibirán mayor condenación.
Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas seréis azotados; y delante de gobernadores y de reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio contra ellos.
Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones.
Mas ¡ay de las que estén encinta, y de las que amamanten en aquellos días!
y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas.
Y entonces verán al Hijo del Hombre, viniendo en las nubes con gran poder y gloria.
De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama enternece, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca:
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.
Entonces Jesús les dijo: Todos seréis escandalizados de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán dispersadas las ovejas.
Y dijo: Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; aparta de mí esta copa; pero no sea mi voluntad, sino la tuya.
Y otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras.
Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.
Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder, y viniendo en las nubes del cielo.
Y estando Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote;
Y el gallo cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.
Y estaban también algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé;
las cuales, cuando estuvo en Galilea, le habían seguido, y le servían; y muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén.