'Siete' en la Biblia
Y aconteció a los treinta y siete años de la trasportación de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete del mes, que Evil-merodac rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, levantó la cabeza de Joaquín rey de Judá, sacándolo de la casa de la cárcel;
Estos seis le nacieron en Hebrón, donde reinó siete años y seis meses; y en Jerusalén reinó treinta y tres años.
Los hijos de Elioenai fueron estos siete: Hodavías, Eliasib, Pelaías, Acub, Johanán, Dalaías, y Anani.
Y sus hermanos, según las familias de sus padres, fueron Micael, Mesulam, Seba, Jorai, Jacán, Zía, y Heber; en todos siete.
Y sus hermanos por todas las familias de Isacar, contados todos por sus genealogías, eran ochenta y siete mil hombres valientes de gran valor.
Y sus hermanos que estaban en sus aldeas, venían cada siete días por sus tiempos con ellos.
se levantaron todos los hombres valientes, y tomaron el cuerpo de Saúl, y los cuerpos de sus hijos, y los trajeron a Jabes; y enterraron sus huesos debajo del alcornoque en Jabes, y ayunaron siete días.
De los hijos de Simeón, hombres valientes de gran valor para la guerra, siete mil cien.
Y de Neftalí mil príncipes, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza.
Y ayudando Dios a los levitas que llevaban el arca del pacto del SEÑOR, sacrificaban siete bueyes y siete carneros.
Y les tomó David mil carros, y siete mil caballos, y veinte mil hombres de a pie; y desjarretó David los caballos de todos los carros, excepto los de cien carros que dejó.
Mas el sirio huyó delante de Israel; y mató David de los sirios los de siete mil carros, y cuarenta mil hombres de a pie; asimismo mató a Sofac, general del ejército.
Tres mil talentos de oro, de oro de Ofir, y siete mil talentos de plata afinada para cubrir las paredes de las casas;
Y el tiempo que reinó sobre Israel fue cuarenta años. En Hebrón reinó siete años, y treinta y tres años reinó en Jerusalén.
Entonces hizo Salomón fiesta siete días, y con él todo Israel, una grande congregación, desde la entrada de Hamat hasta el arroyo de Egipto.
Al octavo día hicieron convocación, porque habían hecho la dedicación del altar en siete días, y habían celebrado la fiesta solemne por siete días.
¿No echasteis vosotros a los sacerdotes del SEÑOR, a los hijos de Aarón, y a los levitas, y os habéis hecho sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras, para que cualquiera venga a consagrarse con un becerro y siete carneros, y así sea sacerdote de los que no son dioses?
Y en aquel mismo día sacrificaron al SEÑOR, de los despojos que habían traído, setecientos bueyes y siete mil ovejas.
Y traían de los filisteos presentes a Josafat, y tributos de plata. Los arabes también le trajeron ganados, siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos de cabrío.
De siete años era Joás cuando comenzó a reinar, y cuarenta años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Sibia, de Beerseba.
Y bajo la mano de éstos estaba el ejército de guerra, de trescientos siete mil quinientos guerreros poderosos y fuertes para ayudar al rey contra los enemigos.
Y ofrecieron siete novillos, siete carneros, siete corderos, y siete machos de cabrío, para expiación por el reino, por el santuario y por Judá. Y dijo a los sacerdotes hijos de Aarón, que los ofreciesen sobre el altar del SEÑOR.
Así hicieron los hijos de Israel, que fueron presentes en Jerusalén, la solemnidad de los panes sin levadura por siete días con grande gozo; y alababan al SEÑOR todos los días los levitas y los sacerdotes, con instrumentos de fortaleza al SEÑOR.
Y Ezequías habló al corazón de todos los levitas que tenían buena inteligencia para servir al SEÑOR. Y comieron los sacrificios de la fiesta por siete días, ofreciendo sacrificios pacíficos, y dando gracias al SEÑOR Dios de sus padres.
Y toda la multitud determinó que celebrasen otros siete días; y celebraron otros siete días con alegría.
Porque Ezequías rey de Judá había dado a la multitud mil toros y siete mil ovejas; y también los príncipes dieron al pueblo mil toros y diez mil ovejas; y muchos sacerdotes se santificaron.
Y los hijos de Israel que se hallaron presentes , hicieron la pascua en aquel tiempo, y la fiesta solemne de los panes sin levadura, por siete días.
los hijos de Pasur, mil doscientos cuarenta y siete;
sin sus siervos y siervas, los cuales eran siete mil trescientos treinta y siete; y tenían doscientos cantores y cantoras.
Y celebraron la solemnidad de los panes ázimos siete días con alegría, por cuanto el SEÑOR los había alegrado, y había convertido el corazón del rey de Asiria a ellos, para esforzar sus manos en la obra de la Casa de Dios, del Dios de Israel.
Porque de parte del rey y de sus siete consultores eres enviado a visitar (para reformar y corregir ) a Judea y a Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios que está en tu mano;
Los que habían venido de la cautividad, los hijos de la transmigración, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel, doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, doce machos cabríos por expiación; todo en holocausto al SEÑOR.
los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y siete;
los hijos de Bigvai, dos mil sesenta y siete;
los hijos de Pasur, mil doscientos cuarenta y siete;
sin sus siervos y siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete; y entre ellos había doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras.
Y lo que dio el resto del pueblo fue veinte mil dracmas de oro, y dos mil libras de plata, y sesenta y siete vestiduras sacerdotales.
Y leyó Esdras en el libro de la ley de Dios cada día, desde el primer día hasta el postrero; e hicieron la fiesta por siete días, y al octavo día congregación, según la ordenanza.
Y aconteció en los días de Asuero (el Asuero que reinó desde la India hasta la Etiopía sobre ciento veinte y siete provincias),
Y cumplidos estos días, hizo el rey banquete por siete días en el patio del huerto del palacio real a todo el pueblo, desde el mayor hasta el menor que se halló en Susa capital del reino.
El séptimo día, estando el corazón del rey alegre del vino, mandó a Mehumán, y a Bizta, y a Harbona, y a Bigta, y a Abagta, y a Zetar, y a Carcas, siete eunucos que servían delante del rey Asuero,
y estaban junto a él, Carsena, y Setar, y Admata, y Tarsis, y Meres, y Marsena, y Memucán, siete príncipes de Persia y de Media que veían el rostro del rey, y se sentaban los primeros en el reino):
Y aquella joven agradó en sus ojos, y halló gracia delante de él; por lo que hizo darle prestamente lo necesario para su purificación y sus raciones, dándole también siete convenientes doncellas de la casa del rey; y la pasó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres.
Y su hacienda era siete mil ovejas, y tres mil camellos, y quinientas yuntas de bueyes, y quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón grande más que todos los orientales.
Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que el dolor era muy grande.
Ahora pues, tomaos siete becerros y siete carneros, y andad a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque solamente por su respeto no os trataré afrentosamente, por cuanto no habéis hablado por mí con rectitud, como mi siervo Job.
Las palabras del SEÑOR son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, colada siete veces.
Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos de su deshonra, con que te han deshonrado, oh SEÑOR.
Siete veces al día te alabo sobre los juicios de tu justicia.
Seis cosas aborrece el SEÑOR, y aun siete abomina su alma:
tomado, paga siete veces; da toda la sustancia de su casa.
La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas;
porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; mas los impíos caerán en el mal.
Más sabio es el perezoso en su propia opinión que siete que le den consejo.
Cuando hablare amigablemente, no le creas; porque siete abominaciones hay en su corazón.
Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.
Y echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente sea llamado tu nombre sobre nosotras, quita nuestro oprobio.
Y secará el SEÑOR la lengua del mar de Egipto; y levantará su mano con fortaleza de su espíritu sobre el Río, y lo herirá en siete riberas, y hará que pasen por él con zapatos.
Y la luz de la luna será como la luz del Sol; y la luz del Sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que soldará el SEÑOR la quebradura de su pueblo, y curará la llaga de su herida.
Se enflaqueció la que dio a luz siete; se llenó de dolor su alma; su sol se le puso siendo aún de día; se avergonzó y se llenó de confusión; y lo que de ella quedare, lo entregaré a cuchillo delante de sus enemigos, dijo el SEÑOR.
Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero: siete siclos y diez monedas de plata.
Al cabo de siete años dejaréis cada uno a su hermano hebreo que te fuere vendido; te servirá pues seis años, y lo enviarás libre de ti; mas vuestros padres no me oyeron, ni inclinaron su oído.
Y de la ciudad tomó un eunuco que era capitán sobre los hombres de guerra, y siete hombres de los continuos del rey, que se hallaron en la ciudad; y al principal escribano de la guerra, que ponía por lista el pueblo de la tierra para la guerra; y sesenta hombres del vulgo de la tierra, que se hallaron dentro de la ciudad.
Y acaeció que en el año treinta y siete de la cautividad de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veinticinco del mes, Evil-merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, alzó la cabeza de Joaquín rey de Judá y lo sacó de la casa de la cárcel;
Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río de Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días desconsolado entre ellos.
Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra del SEÑOR, diciendo:
Y aconteció en el año undécimo, en el mes primero, a los siete del mes, que vino Palabra del SEÑOR a mí, diciendo:
Y los moradores de las ciudades de Israel saldrán, y encenderán y quemarán armas, y escudos, y paveses, arcos y saetas, y bastones de mano, y lanzas; y las quemarán en el fuego por siete años.
Y la Casa de Israel los estará enterrando por siete meses, para limpiar la tierra;
Y tomarán hombres de jornal, los cuales irán por el país con los que viajaren, para enterrar a los que quedaron sobre la faz de la tierra, a fin de limpiarla; al cabo de siete meses harán el reconocimiento.
Y sus ventanas, y sus arcos, y sus palmas, eran conforme a la medida de la puerta que estaba hacia el oriente; y subían a ella por siete gradas; y delante de ellas estaban sus arcos.
Y sus gradas eran de siete peldaños, con sus arcos delante de ellas; y tenía palmas, una de una parte, y otra de la otra, en sus postes.
Y pasó al interior, y midió cada poste de la puerta de dos codos; y la puerta de seis codos; y la anchura de la entrada de siete codos.
Por siete días sacrificarán un macho cabrío cada día en expiación; y el becerro hijo de vaca, y el carnero de la manada enteros los sacrificarán.
Por siete días expiarán el altar, y lo limpiarán, y ellos henchirán sus manos.
Y después de su purificación, le contarán siete días.
El mes primero, a los catorce días del mes, tendréis la pascua, que será fiesta de siete días; se comerá pan sin levadura.
Y en todos los siete días de solemnidad hará holocausto al SEÑOR, siete becerros y siete carneros sin defecto, cada día de los siete días; y por el pecado un macho cabrío cada día.
En el mes séptimo, a los quince del mes, en la fiesta, hará otro tanto como en estos siete días, en cuanto a la expiación, y en cuanto al holocausto, y en cuanto al presente, y en cuanto al aceite.
Entonces Nabucodonosor fue lleno de ira, y se demudó la figura de su rostro sobre Sadrac, Mesac, y Abed-nego; habló, y mandó que el horno se encendiese siete veces más de lo que cada vez solía.
Su corazón sea mudado de corazón de hombre, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos.
Y en cuanto a lo que vio el rey, un centinela y santo que descendía del cielo, y decía: Cortad el árbol y destruidlo; mas el tronco de sus raíces dejaréis en la tierra, y con atadura de hierro y de bronce quede atado en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y su parte sea con las bestias del campo, hasta que pasen sobre él siete tiempos:
que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que entiendas que el Altísimo se enseñorea del reino de los hombres, y que a quien él quisiere lo dará.
y de entre los hombres te echan, y con las bestias del campo será tu morada, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo se enseñorea en el reino de los hombres, y a quien él quisiere lo dará.
Sepas, pues, y entiendas, que desde la salida de la palabra para hacer volver el pueblo y edificar a Jerusalén, hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas, entre tanto se tornará a edificar la plaza y el muro en angustia de tiempos.
Y éste será nuestra paz. Cuando Assur viniere a nuestra tierra, y cuando pisare nuestros palacios, entonces levantaremos contra él siete pastores, y ocho hombres principales;
Porque he aquí aquella Piedra que puse delante de Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí, yo esculpiré su labor, dice el SEÑOR de los ejércitos, y quitaré el pecado de la tierra en un día.
Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: Miré, y he aquí un candelero todo de oro, con su depósito sobre su cabeza, y sus siete lámparas encima del candelero; y siete canales para las lámparas que están encima de él;
Porque, ¿quién ha menospreciado el día de los pequeños comienzos ? Se alegraron, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Aquellos siete son los ojos del SEÑOR extendidos por toda la tierra.
Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y son peores las postrimerías del tal hombre que las primeras. Así también acontecerá a esta generación mala.
Y Jesús les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos.
Y tomando los siete panes y los peces, dando gracias, partió y dio a sus discípulos; y los discípulos a la multitud.
Y comieron todos, y se saciaron; y alzaron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas.
¿Ni de los siete panes de los cuatro mil, y cuántas canastas tomasteis?
Entonces Pedro, llegándose a él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí? ¿Hasta siete?
Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete.
Hubo pues, entre nosotros siete hermanos; y el primero tomó mujer, y murió; y no teniendo simiente, dejó su mujer a su hermano.
De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta los siete.
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