quienes por Él creéis en Dios, el cual le resucitó de los muertos, y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

Pero vemos a Jesús coronado de gloria y de honra, el cual fue hecho un poco menor que los ángeles, por el padecimiento de su muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;

a quien Dios resucitó, habiendo soltado los dolores de la muerte, por cuanto era imposible ser retenido por ella.

El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis, y negasteis delante de Pilato, cuando éste había determinado dejarle en libertad.

el cual habiendo subido al cielo, está a la diestra de Dios; estando sujetos a Él, ángeles, autoridades y potestades.

¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle por la ayuda de su presencia.

No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.

Bendito el varón que se fía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.

Y Jesús vino y les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.

Porque el que Dios envió habla las palabras de Dios, pues Dios no le da el Espíritu por medida.

Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo juicio encomendó al Hijo;

Entonces, cuando él hubo salido, Jesús dijo: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en Él.

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique a ti.

A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios resucitó de los muertos; de lo cual nosotros somos testigos.

sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que por el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por Él este hombre está en vuestra presencia sano.

sino también por nosotros, a quienes será imputado, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús nuestro Señor;

Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

para que seamos para alabanza de su gloria, nosotros quienes primero confiamos en Cristo.

Por lo cual también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y amor para con todos los santos,

la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos, y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre;

a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.

Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo, nuestra esperanza,

Por tanto, dejando los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, y de la fe en Dios,

por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

escudriñando cuándo o en qué punto de tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, cuando prenunciaba los sufrimientos de Cristo, y las glorias después de ellos.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

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