Y sucedió que levantándose David de su cama a la hora de la tarde, se paseaba por el terrado de la casa real, cuando vio desde el terrado a una mujer que se estaba lavando, la cual era muy hermosa.

Cuando edificares casa nueva, harás pretil a tu terrado, para que no pongas sangre en tu casa, si de él cayere alguno.

Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

Y al día siguiente, yendo ellos de camino, y llegando cerca de la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar, cerca de la hora sexta;

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido y él comió con ella.

viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, se tomaron mujeres, escogiendo entre todas.

Y cuando la vio Siquem, hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró.

Y dejó todo lo que tenía en mano de José; y él no se preocupaba de nada sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia.

Y cuando hubieron descendido del lugar alto a la ciudad, Samuel habló con Saúl en el terrado.

Los hijos, pues, de Rimón beerotita, Recab y Baana, fueron y entraron en el mayor calor del día en casa de Isboset, el cual estaba durmiendo en su cámara la siesta.

Porque cuando entraron en la casa, él estaba en su cama en su cámara de dormir, y lo hirieron y mataron, y le cortaron la cabeza, y habiéndola tomado, caminaron toda la noche por el camino del Arabá.

Hice pacto con mis ojos: ¿Cómo, pues, había yo de pensar en virgen?

Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino.

No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos;

La pereza hace caer en profundo sueño; y el alma negligente padecerá hambre.

Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;

Engañosa es la gracia, y vana la hermosura: La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.

Y las casas de Jerusalén, y las casas de los reyes de Judá, serán como el lugar de Tofet inmundas, por todas las casas sobre cuyos tejados quemaron incienso a todo el ejército del cielo, y vertieron libaciones a dioses ajenos.

Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.

Y vino a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que, no habéis podido velar conmigo una hora?

Por tanto, no durmamos como los demás; antes velemos y seamos sobrios.

Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración.

Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, sino del mundo.

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