Doy gracias a Dios, a quien sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día;

Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo acerca de todos vosotros, de que en todo el mundo se habla de vuestra fe.

Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy.

Pero te confieso esto, que conforme al Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas;

Yo de cierto soy hombre judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, educado a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, siendo celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.

Y por esto yo procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres.

Pues el fin del mandamiento es el amor de corazón puro, y de buena conciencia, y de fe no fingida,

y era viuda como de ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo a Dios de noche y de día con ayunos y oraciones.

Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé en mi nación, en Jerusalén, la conocen todos los judíos;

Pues esta noche ha estado conmigo el Ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo,

Digo la verdad en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo.

Porque ésta es nuestra gloria; el testimonio de nuestra conciencia, que con simplicidad y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, sino por la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y más abundantemente con vosotros.

y que adelantaba en el judaísmo sobre muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.

no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo mención de vosotros en mis oraciones,

Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo mención de vosotros en nuestras oraciones;

orando de noche y de día con gran solicitud, que veamos vuestro rostro, y que completemos lo que falta a vuestra fe?

reteniendo la fe y buena conciencia, la cual desechando algunos, naufragaron en cuanto a la fe.

trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual residió primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice; y estoy seguro que en ti también.

y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por siempre.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

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