Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana, tan blancos como la nieve; y sus ojos como llama de fuego;

Estuve mirando hasta que fueron puestos unos tronos. Y el Anciano de días se sentó, cuya vestidura era blanca como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana pura; su trono era como llama de fuego, y sus ruedas, como fuego ardiente.

Y su cuerpo era como el berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce resplandeciente, y la voz de sus palabras como la voz de una multitud.

Y sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas coronas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino Él mismo.

Y escribe al ángel de la iglesia en TIATIRA: El Hijo de Dios, que tiene sus ojos como llama de fuego, y sus pies semejantes al latón fino, dice estas cosas:

Y su aspecto era como relámpago, y su vestidura blanca como la nieve.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

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