Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra se fueron, y el mar ya no es.

Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago, permanecen delante de mí, dice el SEÑOR, así permanecerá vuestra simiente y vuestro nombre.

Pero esperamos cielos nuevos y tierra nueva, según sus Promesas, en los cuales mora la justicia.

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de delante del cual huyó la tierra y el cielo; y no fue hallado el lugar de ellos.

Porque he aquí, que yo creo nuevos cielos y nueva tierra. De lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.

Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo, serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están, serán quemadas.

Y yo me paré sobre la arena del mar, y vi una bestia subir del mar, que tenía siete cabezas y diez cuernos; y sobre sus cuernos diez diademas; y sobre las cabezas de ella nombre de blasfemia.

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar.

En aquel día el SEÑOR visitará con su espada dura, grande y fuerte, sobre el leviatán, serpiente huidora, y sobre el leviatán serpiente retuerta; y matará al dragón que está en el mar.

Mas los impíos, son como el mar en tempestad, que no puede reposar; y sus aguas arrojan cieno y lodo.

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