Y el humo del incienso subió de la mano del ángel delante de Dios con las oraciones de los santos.

Suba mi oración delante de ti como el incienso, y el levantar mis manos como la ofrenda de la tarde.

Harás asimismo un altar para quemar el incienso; de madera de acacia lo harás.

Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

Y otro ángel vino y se puso en pie delante del altar, teniendo un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso para que lo ofreciese con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono.

Y el templo se llenó con el humo de la gloria de Dios, y de su poder; y nadie podía entrar en el templo, hasta que fuesen consumadas las siete plagas de los siete ángeles.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

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