Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; cada uno con su espada sobre su muslo, por los temores de la noche.

Cíñete tu espada sobre el muslo, oh valiente, con tu gloria y con tu majestad.

No tendrás temor de espanto nocturno, ni de saeta que vuele de día;

Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta salir las estrellas.

Regocíjense los santos con gloria: Canten con júbilo sobre sus camas.

Yo Jehová la guardo, cada momento la regaré; la guardaré de noche y de día, para que nadie la dañe.

Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno;

Por tanto, no durmamos como los demás; antes velemos y seamos sobrios.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

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