Cantares 4:1

He aquí que tú eres hermosa, amada mía, he aquí que tú eres hermosa; tus ojos entre tus guedejas como de paloma; tus cabellos como rebaño de cabras, que se muestran desde el monte de Galaad.

Cantares 1:15

He aquí que tú eres hermosa, amada mía; he aquí que eres bella; tus ojos son como de paloma.

Cantares 6:5

Aparta tus ojos de delante de mí, porque ellos me vencieron. Tu cabello es como rebaño de cabras que se muestran de Galaad.

Cantares 6:7

Como cachos de granada son tus mejillas entre tus guedejas.

Cantares 7:5

Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo; y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey ligada en los corredores.

Miqueas 7:14

Apacienta a tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo en el bosque, en medio del Carmelo; Que pasten en Basán y Galaad, como en el tiempo pasado.

Números 32:1

Y los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían una muy grande muchedumbre de ganado; los cuales viendo la tierra de Jazer y de Galaad, les pareció el país lugar de ganado.

Números 32:40

Y Moisés dio Galaad a Maquir hijo de Manasés, el cual habitó en ella.

Salmos 45:11

y deseará el Rey tu hermosura: Adórale, porque Él es tu Señor.

Cantares 2:10

Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amada mía, hermosa mía, y ven.

Cantares 2:14

Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; porque dulce es tu voz, y hermoso tu aspecto.

Cantares 4:9-10

Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; has prendido mi corazón con uno de tus ojos, con una gargantilla de tu cuello.

Cantares 5:11-12

Su cabeza, como, oro finísimo; sus cabellos crespos, negros como el cuervo.

Ezequiel 16:14

Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Jehová el Señor.

Mateo 11:29

Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.

2 Corintios 3:18

Por tanto, nosotros todos, mirando con cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen, de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor.

Filipenses 2:3-5

Nada hagáis por contienda o vanagloria; antes bien con humildad, estimándoos unos a otros como superiores a sí mismos,

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)