Ezequiel 16:5
`Ningún ojo se apiadó de ti para hacer por ti alguna de estas cosas, para compadecerse de ti; sino que fuiste echada al campo abierto, porque fuiste aborrecida el día en que naciste.
Génesis 21:10
y dijo a Abraham: Echa fuera a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de ser heredero juntamente con mi hijo Isaac.
Éxodo 1:22
Entonces Faraón ordenó a todo su pueblo, diciendo: Todo hijo que nazca lo echaréis al Nilo, y a toda hija la dejaréis con vida.
Números 19:16
``De igual manera, todo el que en campo abierto toque a uno que ha sido muerto a espada, o que ha muerto {de causas naturales,} o que toque hueso humano, o tumba, quedará inmundo durante siete días.
Deuteronomio 32:10
Lo encontró en tierra desierta, en la horrenda soledad de un desierto; lo rodeó, cuidó de él, lo guardó como a la niña de sus ojos.
Isaías 49:15
¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaré.
Jeremías 9:21-22
Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios, exterminando a los niños de las calles, a los jóvenes de las plazas.
Jeremías 22:19
Con entierro de asno, será enterrado: arrastrado y tirado fuera de las puertas de Jerusalén.
Lamentaciones 2:11
Mis ojos se consumen por las lágrimas, hierven mis entrañas; mi hiel se derrama por tierra, a causa de la destrucción de la hija de mi pueblo, cuando niños y lactantes desfallecen en las calles de la ciudad.
Lamentaciones 2:19
Levántate, da voces en la noche al comenzar las vigilias; derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza hacia El tus manos por la vida de tus pequeños, que desfallecen de hambre en las esquinas de todas las calles.
Lamentaciones 4:3
Aun los chacales dan las ubres, dan de mamar a sus crías; {pero} la hija de mi pueblo se ha vuelto cruel como los avestruces en el desierto.
Lamentaciones 4:10
Las manos de mujeres compasivas cocieron a sus propios hijos, que les sirvieron de comida a causa de la destrucción de la hija de mi pueblo.
Ezequiel 2:6
Y tú, hijo de hombre, no temas, no temas ni a ellos ni a sus palabras aunque haya contigo cardos y espinas y te sientes en escorpiones; no temas sus palabras ni te atemorices ante ellos, porque son una casa rebelde.
Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido