Angustiado Él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

Mas Jesús callaba. Y el sumo sacerdote respondiendo, le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.

Mas Él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?

Y el lugar de la Escritura que leía era éste: Como oveja fue llevado al matadero; y como cordero mudo delante del trasquilador, así no abrió su boca.

Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Pero Jesús no le dio respuesta.

Y siendo acusado por los príncipes de los sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.

Pero Jesús ni aun con eso respondió nada; de modo que Pilato se maravillaba.

Y le preguntaba con muchas palabras; mas Él nada le respondió.

Quien cuando le maldecían no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquél que juzga justamente:

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