En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y el borde de su vestidura llenaba el templo.

Estas cosas dijo Isaías cuando vio su gloria, y habló acerca de Él.

Y durmió Azarías con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David: y reinó en su lugar Jotam su hijo.

Los demás hechos de Uzías, primeros y postreros, los escribió el profeta Isaías, hijo de Amoz.

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer.

Y al instante estaba yo en el Espíritu; y he aquí, un trono que estaba puesto en el cielo, y uno sentado sobre el trono.

Y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.

Boca a boca hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová: ¿por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?

Y aconteció que cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová.

Entonces él dijo: Oye pues palabra de Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército del cielo estaba junto a Él, a su derecha y a su izquierda.

Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; enaltecido seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.

Exaltado seas oh Dios, sobre los cielos; y sobre toda la tierra sea tu gloria.

¿Quién como Jehová nuestro Dios, que mora en las alturas,

Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.

Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido.

Porque así dice el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde está el lugar de mi reposo?

Y aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, el quinto día del mes, estando yo en medio de los cautivos junto al río de Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.

Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas.

Y miré, y he aquí en la expansión que había sobre la cabeza de los querubines como una piedra de zafiro, que parecía como semejanza de un trono que se mostró sobre ellos.

Estuve mirando hasta que fueron puestos unos tronos. Y el Anciano de días se sentó, cuya vestidura era blanca como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana pura; su trono era como llama de fuego, y sus ruedas, como fuego ardiente.

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria;

la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos, y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,

el único que tiene inmortalidad, y habita en luz inaccesible; a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él sea honra y poder sempiterno. Amén.

Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como también yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.

los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive para siempre jamás, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:

Y vi en la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono un libro escrito por dentro y por atrás, sellado con siete sellos.

Y Él vino, y tomó el libro de la mano derecha de Aquél que estaba sentado en el trono.

y decían a las montañas y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de Aquél que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;

Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

Y el templo se llenó con el humo de la gloria de Dios, y de su poder; y nadie podía entrar en el templo, hasta que fuesen consumadas las siete plagas de los siete ángeles.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

Todas Traducciones
Reina Valera 1909
Biblia del Jubileo 2000 (Grátis)
La Biblia de las Américas
La Nueva Biblia de los Hispanos
Spanish: Reina Valera Gómez
Spanish: Sagradas Escrituras 1569