Oíd atentamente mi palabra, y sea esto vuestra consolación.

Y cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó, y les dijo: Oídme, varones de Siquem; que Dios os oiga.

Mas yo hablaría con el Todopoderoso, y querría razonar con Dios.

¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios? ¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti?

Muchas veces he oído cosas como éstas: Consoladores molestos sois todos vosotros.

¿Cuándo pondréis fin a las palabras? Entended, y después hablemos.

Por tanto, Job, oye ahora mis razones, y escucha todas mis palabras.

Escucha, Job, y óyeme; calla, y yo hablaré.

Oíd, sabios, mis palabras; y vosotros, doctos, estadme atentos.

¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no satisface? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.

Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

Todas Traducciones
Reina Valera 1909
Biblia del Jubileo 2000 (Grátis)
La Biblia de las Américas
La Nueva Biblia de los Hispanos
Spanish: Reina Valera Gómez
Spanish: Sagradas Escrituras 1569