Pues sé que a la muerte me llevarás, a la casa de reunión de todos los vivientes.

Con el sudor de tu rostro comerás {el} pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Pues ciertamente moriremos; somos como el agua derramada en tierra que no se vuelve a recoger. Pero Dios no quita la vida, sino designa medios para que el desterrado no sea alejado de él.

Allí están los pequeños y los grandes, y el esclavo es libre de su señor.

{Todo} es lo mismo, por tanto digo: ``El destruye al inocente y al malvado."

``Tus manos me formaron y me hicieron, ¿y me destruirás?

Ya que sus días están determinados, el número de sus meses te es conocido, y has fijado sus límites para que no pueda pasar{los.}

Los terrones del valle suavemente le cubrirán, y le seguirán todos los hombres, e innumerables otros {irán} delante de él.

No hay hombre que tenga potestad para refrenar el viento con el viento, ni potestad sobre el día de la muerte; y no se da licencia en tiempo de guerra, ni la impiedad salvará a los que la practican.

Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, ni tienen ya ninguna recompensa, porque su memoria está olvidada.

{cuando} también teman a la altura y a los terrores en el camino, y florezca el almendro, se arrastre la langosta y la alcaparra pierda su efecto; porque el hombre va a su morada eterna mientras los del duelo andan por la calle.

Y así como está decretado que los hombres mueran una {sola} vez, y después de esto, el juicio,

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