Y los hijos de Dan enviaron de su tribu cinco hombres de sus términos, hombres valientes, de Zora y Estaol, para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron; Id y reconoced la tierra. Éstos vinieron al monte de Efraín, hasta la casa de Micaía, y allí posaron.

Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol.

Y Josué, hijo de Nun, envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una mujer ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí.

Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí hacia el sur, y subid al monte,

Volviendo pues, ellos a sus hermanos en Zora y Estaol, sus hermanos les dijeron: ¿Qué hay?

Y partiendo los de Dan de allí, de Zora y de Estaol, seiscientos hombres armados con armas de guerra,

Entonces se acordó José de los sueños que había tenido de ellos, y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido.

Y Josué les respondió: Si eres pueblo tan grande, sube tú al monte, y corta para ti allí en la tierra del ferezeo y de los gigantes, pues que el monte de Efraín es angosto para ti.

Y fue el término de su heredad, Zora, Estaol, Ir-semes,

Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su esposa era estéril, que nunca había dado a luz.

Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y le tomaron, y le llevaron, y le sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Y él juzgó a Israel veinte años.

Y aconteció en aquellos días, cuando no había rey en Israel, que hubo un levita que moraba como peregrino en los lados del monte de Efraín, el cual había tomado para sí una concubina de Belén de Judá.

Y él respondió: Pasamos de Belén de Judá a los lados del monte de Efraín, de donde yo soy; y partí hasta Belén de Judá; mas ahora voy a la casa de Jehová, y no hay quien me reciba en casa,

Los pensamientos con el consejo se ordenan; y con estrategia se hace la guerra.

¿O qué rey, yendo a hacer guerra contra otro rey, no se sienta primero y consulta si con diez mil puede salir al encuentro del que viene contra él con veinte mil?

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