Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto con paciencia.

llenos de frutos de justicia, que son por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

el cual ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo; y lleva fruto, como también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,

porque la paciencia os es necesaria; para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.

Y Jehová tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tu simiente, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.

Mis pies han seguido sus pisadas; guardé su camino, y no me aparté.

«El piadoso será prosperado, el impío perecerá» Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mí.

En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.

Por tanto, amo tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro.

Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos;

Se hallaron tus palabras, y yo las comí; y tus palabras fueron para mí el gozo y la alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.

Mas éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y la escribiré en sus corazones; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

Y vendrán los caldeos que combaten contra esta ciudad, y le prenderán fuego, y la quemarán, asimismo las casas sobre cuyas azoteas ofrecieron incienso a Baal y derramaron libaciones a dioses ajenos, para provocarme a ira.

Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.

Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.

El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.

Y Él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.

Si me amáis, guardad mis mandamientos;

El que tiene mis mandamientos, y los guarda, éste es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; como también yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

A los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, vida eterna.

Mas ahora, libertados del pecado, y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santidad, y por fin la vida eterna.

Así también vosotros mis hermanos, habéis muerto a la ley por el cuerpo de Cristo; para que seáis de otro, de Aquél que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

Y yo sé que en mí (esto es en mi carne) no mora el bien; pues el querer está en mí, pero el hacer el bien no.

La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios.

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios;

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante,

para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios;

Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.

Y deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma diligencia hasta el fin, para la plena certeza de la esperanza:

Mas tenga la paciencia su obra perfecta, para que seáis perfectos y cabales, y que nada os falte.

Amados hermanos míos, no erréis.

Mas sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.

Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía.

Desechando, pues, toda malicia, y todo engaño, e hipocresía, y envidia, y toda maledicencia,

Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

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