Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús, respondiendo otra vez, les dijo: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!

He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas; y se mantuvo en su maldad.

El que confía en sus riquezas, caerá; mas los justos reverdecerán como ramas.

Hijitos, aún un poco estaré con vosotros. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo a vosotros ahora: A donde yo voy, vosotros no podéis venir.

Entonces Jesús les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.

A los ricos de este mundo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas inciertas, sino en el Dios vivo, quien nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.

Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú;

De los hombres con tu mano, oh Jehová, de los hombres del mundo, que tienen su porción en esta vida, y cuyo vientre llenas de tu tesoro; sacian a sus hijos, y dejan el resto a sus pequeños.

Los que confían en sus posesiones, y se jactan en la muchedumbre de sus riquezas,

No confiéis en la violencia, ni en la rapiña; no os envanezcáis; si se aumentaren las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.

Las riquezas del rico son la ciudad fortificada, y como un muro alto en su imaginación.

¿Has de poner tus ojos en lo que no es nada? Porque las riquezas se harán alas, como alas de águila, y volarán al cielo.

Así dice Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en su riqueza.

con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros.

¡Ay del que codicia ganancia deshonesta para su casa, para poner en alto su nido, para ser librado del poder del mal!

Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová; pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente exterminio apresurado hará con todos los moradores de la tierra.

Al oír esto, sus discípulos se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, entonces, podrá ser salvo?

Y les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho;

Y oían también todas estas cosas los fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de Él.

Y los que oyeron esto, dijeron: ¿Quién, entonces, podrá ser salvo?

Entonces muchos de sus discípulos al oírlo, dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?

Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros,

¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por vuestras miserias que os vendrán.

Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.

Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.

Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de nada; y no conoces que tú eres un desventurado, y miserable, y pobre, y ciego, y desnudo.

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