Abre tu boca por los mudos, por los derechos de todos los desdichados.

Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso.

Entonces Jonatán habló bien de David a Saúl su padre, y le dijo: No peque el rey contra David su siervo, puesto que él no ha pecado contra ti, y puesto que sus hechos {han sido} de mucho beneficio para ti.

Pero Jonatán respondió a su padre Saúl, y le dijo: ¿Por qué ha de morir? ¿Qué ha hecho?

Respondió Ahimelec al rey y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno del rey, jefe de tu guardia y se le honra en tu casa?

Entonces Mardoqueo {les} dijo que respondieran a Ester: No pienses que {estando} en el palacio del rey {sólo} tú escaparás entre todos los judíos.

Los príncipes dejaban de hablar y ponían la mano sobre su boca;

porque yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que no tenía quien le ayudara.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo; conforme a la grandeza de tu poder preserva a los condenados a muerte.

Muy alta está la sabiduría para el necio, en la puerta no abre su boca.

Libra a los que son llevados a la muerte, y retén a los que van con pasos vacilantes a la matanza.

Dijeron los jefes y todo el pueblo a los sacerdotes y a los profetas: Que no haya sentencia de muerte para este hombre, porque en nombre del SEÑOR nuestro Dios nos ha hablado.

Pero la mano de Ahicam, hijo de Safán, estaba con Jeremías, de manera que no fue entregado en manos del pueblo para que le dieran muerte.

Al oír Ebed-melec el etíope, eunuco del palacio del rey, que habían echado a Jeremías en la cisterna, estando el rey sentado a la puerta de Benjamín,

¿Acaso juzga nuestra ley a un hombre a menos que le oiga primero y sepa lo que hace?

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