Envió sus criadas; sobre lo más alto de la ciudad clamó:

se sienta en una silla a la puerta de su casa, en lo alto de la ciudad,

¿No clama la sabiduría, y da su voz la inteligencia?

El Señor dará palabra; de los evangelizadores habrá grande ejército.

La sabiduría clama de fuera; en las plazas da su voz;

y envió sus siervos para que llamasen los invitados a las bodas; pero no quisieron venir.

Id pues a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos hallareis.

Por tanto, la sabiduría de Dios también dijo: Enviaré a ellos profetas y apóstoles; y de ellos a unos matarán y a otros perseguirán;

Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los llamados: Venid, que ya está todo aparejado.

Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de la familia, dijo a su siervo: Ve presto por las plazas y por las calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos.

Mas en el postrer día, el día grande de la Fiesta, se puso de pie y clamó, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

Jesús le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo; yo siempre he enseñado en la sinagoga y en el Templo, donde se juntan todos los judíos, y nada he hablado en oculto.

¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el Evangelio de la paz, de los que anuncian el Evangelio de lo que es bueno!

Así que, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogase por medio nuestro; os rogamos en Nombre de Cristo: Reconciliaos a Dios.

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Sagradas Escrituras (1569)

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