porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu mortificáis las obras del cuerpo, viviréis.

Porque el que siembra en su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra en el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

¿Qué fruto, pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.

Porque la paga del pecado es muerte; mas la gracia de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Porque mientras vivíamos en la carne, los afectos de los pecados que eran por la ley, obraban en nuestros miembros fructificando a muerte.

Así que ahora, ninguna condenación hay para los que están en Cristo, Jesús, que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

para que la justicia de la ley fuera cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

antes sujeto mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; para que predicando a los otros, no me haga yo reprobado.

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución,

Porque los que son del Cristo, han colgado en el madero a la carne con sus afectos y concupiscencias.

a que dejéis, en cuanto a la pasada manera de vivir; es a saber el viejo hombre que se corrompe conforme a los deseos del error;

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención.

Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a los santos;

Y no os embriaguéis de vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos de Espíritu;

Mortificad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: fornicación, inmundicia, deleite carnal, mala concupiscencia, y avaricia, la cual es servicio de ídolos;

Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, justa, y píamente,

pero cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído, y cebado.

Habiendo purificado vuestras almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en amor hermanable sin fingimiento, amaos unos a otros entrañablemente de corazón puro,

Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,

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