Salmos 119:31

Me he allegado a tus testimonios; oh SEÑOR, no me avergüences.

Deuteronomio 4:4

Mas vosotros que os acercasteis al SEÑOR vuestro Dios, todos estáis vivos hoy.

Deuteronomio 10:20

Al SEÑOR tu Dios temerás, a él seguirás, a él te allegarás, y por su nombre jurarás.

Deuteronomio 11:22

Porque si guardareis cuidadosamente todos estos mandamientos que yo os mando, para que los cumpláis; amando al SEÑOR vuestro Dios y andando en todos sus caminos, y a él os acercaréis,

Salmos 25:2

Bet Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos.

Salmos 25:20

Sin Guarda mi alma, y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti confié.

Salmos 119:6

Entonces no sería yo avergonzado, cuando mirara en todos tus mandamientos.

Salmos 119:48

Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé; y meditaré en tus estatutos.

Salmos 119:80

Sea mi corazón perfecto en tus estatutos; para que no sea yo avergonzado.

Salmos 119:115

Apartaos de mí los malignos, porque guardaré los mandamientos de mi Dios.

Proverbios 23:23

Compra la verdad, y no la vendas; la sabiduría, la enseñanza, y la inteligencia.

Isaías 45:17

Israel es salvo en el SEÑOR, salvación eterna; no os avergonzaréis, ni os afrentaréis, por todos los siglos.

Isaías 49:23

Y reyes serán tus ayos; y sus princesas, tus amas de leche; el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que yo soy el SEÑOR, que no se avergonzarán los que me esperan.

Jeremías 17:18

Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo; asombrense ellos, y no me asombre yo; trae sobre ellos día malo, y quebrántalos con doble quebrantamiento.

Juan 8:31

Y decía Jesús a los judíos que le habían creído: Si vosotros permane-ciéreis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;

Hechos 11:23

El cual, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó; y exhortó a todos a que permanecieran en su propósito del corazón en el Señor.

Romanos 5:5

y la esperanza no será avergonzada; porque el amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado.

1 Juan 2:28

Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando apareciere, tengamos confianza, y no seamos confundidos de él en su venida.

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