No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salud.

Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?

Mejor es esperar en el SEÑOR que esperar en hombre.

Danos socorro contra el enemigo, que vana es la salud de los hombres.

Solamente, vanidad son los hijos de Adán, mentira los hijos del varón; pesándolos a todos juntos en la balanza, serán menos que la vanidad.

Danos socorro en la angustia; porque mentirosa es la salud del hombre.

Y el egipcio hombre es, no Dios; y sus caballos carne, y no espíritu, de manera que al extender el SEÑOR su mano, caerá el ayudador, y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.

Y les dijo Isaías: Diréis así a vuestro Señor: Así dice el SEÑOR: No temas por las palabras, que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria.

Así dijo el SEÑOR: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del SEÑOR.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Sagradas Escrituras (1569)

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