1 «Al Músico principal: Salmo de David, siervo del Señor» La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos. 2 Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, hasta que su iniquidad sea hallada aborrecible. 3 Las palabras de su boca son iniquidad y fraude; dejó de ser sensato, y de hacer el bien. 4 Iniquidad piensa sobre su cama; está en camino no bueno, el mal no aborrece.
5 Jehová, hasta los cielos es tu misericordia; tu fidelidad alcanza hasta las nubes. 6 Tu justicia es como los montes de Dios, tus juicios abismo grande: Oh Jehová, al hombre y al animal conservas. 7 ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. 8 Serán plenamente saciados de la grosura de tu casa; y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. 9 Porque contigo está el manantial de la vida: En tu luz veremos la luz.
10 Extiende tu bondad a los que te conocen, y tu justicia a los rectos de corazón. 11 No venga contra mí pie de soberbia; y mano de impíos no me mueva. 12 Allí cayeron los obradores de iniquidad; fueron derribados, y no podrán levantarse.

Reina Valera Gómez (© 2010)