Salmos 38:5

Hieden y se corrompen mis llagas, a causa de mi locura.

Salmos 32:3

Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.

Salmos 38:7

Porque mis lomos están llenos de irritación, y nada hay sano en mi carne.

Salmos 69:5

Dios, tú sabes mi locura; y mis pecados no te son ocultos.

Isaías 1:5-6

¿Para qué habéis de ser castigados aún? Todavía os rebelaréis; Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.

Jeremías 8:22

¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no se ha restablecido la salud de la hija de mi pueblo?

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)