{Salmo} de David. Masquil. ¿Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto!

Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos {puestos} en ti.

Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al SEÑOR; y tú perdonaste la culpa de mi pecado. (Selah)

Tú eres mi escondedero; de la angustia me preservarás; con cánticos de liberación me rodearás. (Selah)

Mientras callé {mi pecado}, mi cuerpo se consumió con mi gemir durante todo el día.

¿Cuán bienaventurado es el hombre a quien el SEÑOR no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño!

Por eso, que todo santo ore a ti en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente, en la inundación de muchas aguas, no llegarán {éstas} a él.

Alegraos en el SEÑOR y regocijaos, justos; dad voces de júbilo, todos los rectos de corazón.

Muchos son los dolores del impío, pero al que confía en el SEÑOR, la misericordia lo rodeará.

No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; cuyos arreos incluyen brida y freno para sujetarlos, {porque si no,} no se acercan a ti.

Porque día y noche tu mano pesaba sobre mí; mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano. (Selah)