14 Versículo de la Biblia sobre Cosas húmedo
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Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad.
Toda vianda que se come, sobre la cual viniere el agua de tales vasos, será inmunda; y toda bebida que se bebiere, será en todos esos vasos inmunda.
Mas si se hubiere puesto agua sobre la simiente, y cayere de sus cuerpos muertos sobre ella, la tendréis por inmunda.
y sea que, cuando el tal oyere las palabras de esta maldición, él se bendiga en su corazón, diciendo: Tendré paz, aunque ande según el pensamiento de mi corazón, para añadir la embriaguez a la sed.
De la inundación de los montes fueron humedecidos, y abrazan las peñas sin tener en qué cubrirse.
Sus senos están llenos de leche, y sus huesos serán regados de tuétano.
Y le respondió Sansón: Si me ataren con siete mimbres verdes que aún no estén enjutos, entonces me debilitaré, y seré como cualquiera de los demás hombres. Y los cardinales de los filisteos le trajeron siete mimbres verdes que aún no estaban enjutos, y ella le ató con ellos.
Al día siguiente tomó un paño basto, y lo metió en agua, y lo tendió sobre el rostro de Ben-adad, y murió; y reinó Hazael en su lugar.
Y con él harás todas las mañanas presente de la sexta parte de un efa de flor de harina, y la tercera parte de un hin de aceite para mezclar con la flor de harina; esto será presente para el SEÑOR continuamente por estatuto perpetuo.
El SEÑOR de los ejércitos los amparará, y ellos devorarán, y los sujetarán a las piedras de la honda, y beberán y harán estrépito como tomados del vino; y se llenarán como cuenco, o como los lados del altar.
Por la pereza se cae la techumbre, y por flojedad de las manos se llueve la casa.
Y estando detrás a sus pies, comenzó llorando a regar con lágrimas sus pies, y los limpiaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ungía con el ungüento.
Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no diste agua para mis pies; y ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha limpiado con los cabellos de su cabeza.
Y sabrán todos los árboles del campo que yo, el SEÑOR, abatí el árbol sublime, levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo, el SEÑOR, hablé e hice.