18 Versículo de la Biblia sobre Cristo la propia gloria
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Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas,
Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
Respondió Jesús: Si yo me glorifico á mí mismo, mi gloria es nada: mi Padre es el que me glorifica; el que vosotros decís que es vuestro Dios;
Cíñete tu espada sobre el muslo, oh valiente, Con tu gloria y con tu majestad.
Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre por su siervo, para que convierta á él á Jacob. Bien que Israel no se juntará, con todo, estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fortaleza.
Porque de tanto mayor gloria que Moisés éste es estimado digno, cuanto tiene mayor dignidad que la casa el que la fabricó.
Y estará, y apacentará con fortaleza de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios: y asentarán; porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra.
Y Pedro y los que estaban con él, estaban cargados de sueño: y como despertaron, vieron su majestad, y á aquellos dos varones que estaban con él.
Porque no os hemos dado á conocer la potencia y la venida de nuestro Señor Jesucristo, siguiendo fábulas por arte compuestas; sino como habiendo con nuestros propios ojos visto su majestad.
Porque él había recibido de Dios Padre honra y gloria, cuando una tal voz fué á él enviada de la magnífica gloria: Este es el amado Hijo mío, en el cual yo me he agradado.
Que decían en alta voz: El Cordero que fué inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza.
La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria:
En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo.
Os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo: al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.
HERMANOS míos, no tengáis la fe de nuestro Señor Jesucristo glorioso en acepción de personas.