20 Versículos de la Biblia sobre Deberes a los vecinos
Versículos Más Relevantes
No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo; mas amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el SEÑOR.
Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Así que, los que somos más firmes, debemos sobrellevar las flaquezas de los flacos, y no agradarnos a nosotros mismos.
Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu projimo como a ti mismo.
Si en verdad cumplís vosotros la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis;
Entonces los fariseos, oyendo que había cerrado la boca a los saduceos, se juntaron a una. Y preguntó uno de ellos, intérprete de la ley, tentándole y diciendo: Maestro, ¿cuál es el Mandamiento Grande en la ley?Leer más.
Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón y de toda tu alma y de toda tu mente. Este es el Primero y el Grande Mandamiento. Y el Segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás entonces desamparado? Sin falta le ayudarás a levantarlo.
Pero si alguno hubiere tomado prestada bestia de su prójimo, y fuere perniquebrada o muerta, estando ausente su dueño, la pagará.
No harás calumnia a tu prójimo, ni le robarás. No se detendrá el pago del trabajo del jornalero en tu casa hasta la mañana siguiente.
antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdonándoos los unos a los otros, como también Dios os perdonó en el Cristo.
Entonces Pedro, acercándose a él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete. Por lo cual, el Reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos.Leer más.
Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Mas a éste, no pudiendo pagar, mandó su señor venderle, y a su mujer e hijos, con todo lo que tenía, y pagar. Entonces aquel siervo, postrado, le adoraba, diciendo: Señor, detén la ira para conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor, movido a misericordia de aquel siervo, le soltó y le perdonó la deuda. Y saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Detén la ira para conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso; sino fue, y le echó en la cárcel hasta que pagara la deuda. Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo, declararon a su señor todo lo que había pasado. Entonces llamándole su señor, le dice: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste: ¿No te convenía también a ti tener misericordia de tu consiervo, como también yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagara todo lo que le debía. Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno a su hermano sus ofensas.
Mirad por vosotros; si pecare contra ti tu hermano, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día se volviere a ti, diciendo, me arrepiento; tú le perdonarás.
Así que, los que somos más firmes, debemos sobrellevar las flaquezas de los flacos, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en bien, para edificación.
soportándoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros, si alguno tuviere queja del otro, de la manera que el Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; ingenuamente reprenderás a tu prójimo, para que no lleves pecado por él.
Y si le hubiere sido arrebatado por fiera, le traerá testimonio, y no pagará lo arrebatado.
Uno es el dador de la Ley, que puede salvar y perder, ¿quién eres tú que juzgas a otro?
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