24 Versículo de la Biblia sobre la libertad cristiana

Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud.

Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no {uséis} la libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.

{Andad} como libres, pero no uséis la libertad como pretexto para la maldad, sino {empleadla} como siervos de Dios.

Mas tened cuidado, no sea que esta vuestra libertad de alguna manera se convierta en piedra de tropiezo para el débil.

Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, {hay} libertad.

Y {esto fue} por causa de los falsos hermanos introducidos secretamente, que se habían infiltrado para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de someternos a esclavitud,

Les prometen libertad, mientras que ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues uno es esclavo de aquello que le ha vencido.

Quiero decir, no vuestra conciencia, sino la del otro; pues ¿por qué ha de ser juzgada mi libertad por la conciencia ajena?

Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres.

Pero el que duda, si come se condena, porque no {lo hace} por fe; y todo lo que no procede de fe, es pecado.

Uno juzga que un día es superior a otro, otro juzga {iguales} todos los días. Cada cual esté plenamente convencido según su propio sentir.

Aceptad al que es débil en la fe, {pero} no para juzgar {sus} opiniones.

Porque el que fue llamado por el Señor siendo esclavo, liberto es del Señor; de la misma manera, el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo.

Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la {ley} de la libertad, y permanece {en ella,} no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace.

La fe que tú tienes, ten{la} conforme a tu propia convicción delante de Dios. Dichoso el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.

Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios.

Por consiguiente, ya no nos juzguemos los unos a los otros, sino más bien decidid esto: no poner obstáculo o piedra de tropiezo al hermano.

Y andaré en libertad, porque busco tus preceptos.

El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí, porque me ha ungido el SEÑOR para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros;

Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica.

Así que, nosotros los que somos fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos.