34 Versículo de la Biblia sobre no poder hacer otras cosas
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Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos, y la calafateó con asfalto y betún, y colocó en ella al niño, y lo puso en un carrizal a la orilla del río:
Y ellos respondieron: No podemos, hasta que se junten todos los ganados, y remuevan la piedra de sobre la boca del pozo, para que abrevemos las ovejas.
Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre incircunciso; porque entre nosotros es una afrenta.
Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, y los egipcios no podían beber de él: y hubo sangre por toda la tierra de Egipto.
Y en todo Egipto cavaron pozos alrededor del río en busca de agua para beber, porque no podían beber de las aguas del río.
Y los encantadores hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; mas no pudieron. Y había piojos así en los hombres como en las bestias.
Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de la congregación, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo tenía lleno.
Y dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres un joven, y él es un hombre de guerra desde su juventud.
Y ciñó David su espada sobre sus vestiduras, y probó a andar, porque nunca las había probado. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas.
Se desmayó Damasco, se volvió para huir, y le tomó temblor: angustia y dolores le tomaron, como de mujer que está de parto.
Y dijo el rey Sedequías: Helo ahí, en vuestras manos está; pues el rey nada puede hacer contra vosotros.
Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su mano derecha y su mano izquierda al cielo, y juró por Aquél que vive por siempre, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando él acabe de dispersar el poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.
Mas a éste, no teniendo con qué pagar, su señor mandó venderle, y a su esposa e hijos, con todo lo que tenía, y que se le pagase.
y no teniendo éstos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?
Y no pudiendo llegar a Él por causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.
Y otra vez se agolpó la multitud, de manera que ellos ni aun podían comer pan.
y él, desde adentro respondiendo, dijere: No me molestes; la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme y dártelos?
No sea que después que haya echado el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él,
Y además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan, ni de allá pasar acá.
porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual ninguno de vuestros adversarios podrá resistir ni contradecir.
No puede el mundo aborreceros a vosotros, mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas.
Me buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo estaré, vosotros no podréis venir.
¿Qué palabra es ésta que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir?
Entonces Jesús les dijo otra vez: Yo me voy, y me buscaréis, y en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.
Decían entonces los judíos: ¿Se ha de matar a sí mismo, pues dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?
Hijitos, aún un poco estaré con vosotros. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo a vosotros ahora: A donde yo voy, vosotros no podéis venir.
Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después.
Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede obrar.
Ven, pues, ahora, hagamos alianza tú y yo; y sea en testimonio entre nosotros dos.
Pero los fariseos dijeron entre sí: ¿Veis que nada ganáis? He aquí el mundo se va tras Él.
Todo aquel que es nacido de Dios, no peca, porque su simiente permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.