Porque el que en esto sirve á Cristo, agrada á Dios, y es acepto á los hombres.

Sirviendo con buena voluntad, como al Señor, y no á los hombres;

Sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y tentaciones que me han venido por las asechanzas de los Judíos:

En el cuidado no perezosos; ardientes en espíritu; sirviendo al Señor;

Porque los tales no sirven al Señor nuestro Jesucristo, sino á sus vientres; y con suaves palabras y bendiciones engañan los corazones de los simples.

Porque, ¿persuado yo ahora á hombres ó á Dios? ¿ó busco de agradar á hombres? Cierto, que si todavía agradara á los hombres, no sería siervo de Cristo.

El diablo entonces le dejó: y he aquí los ángeles llegaron y le servían.

Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.

Y tocó su mano, y la fiebre la dejó: y ella se levantó, y les servía.

Empero Marta se distraía en muchos servicios; y sobreviniendo, dice: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me ayude.

Sabiendo que del Señor recibiréis la compensación de la herencia: porque al Señor Cristo servís.

Si alguno me sirve, sígame: y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.

Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, ó sediento, ó huésped, ó desnudo, ó enfermo, ó en la cárcel, y no te servimos?