35 Versículo de la Biblia sobre la vunerabilidad
Versículos Más Relevantes
Porque de éstos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias;
A los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras; enseñando lo que no conviene, por ganancia deshonesta.
Si es necesario gloriarse, me gloriaré yo de lo que es de mi flaqueza.
Y no engañe ninguno a su prójimo; mas tendrás temor de tu Dios; porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios.
teniendo apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella; a éstos evita.
y también le dio potestad de hacer juicio, por cuanto es Hijo de hombre.
¿Por qué he de temer en los días de adversidad, cuando la iniquidad de mis calcañares me cercará?
Porque algunos hombres han entrado encubiertamente sin temor ni reverencia de Dios; los cuales desde antes habían estado ordenados para esta condenación, convirtiendo la gracia de nuestro Dios en disolución, y negando a Dios que solo es el que tiene dominio, y a nuestro Señor, Jesús el Cristo.
Y viendo Moisés que el pueblo estaba desnudo, porque Aarón lo había desnudado para vergüenza entre sus enemigos,
Entonces puse por los bajos del lugar, detrás del muro, y en las alturas de los peñascos, puse el pueblo por familias con sus espadas, con sus lanzas, y con sus arcos.
que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad.
Pero la que vive en delicias, viviendo está muerta en vida.
Todos nosotros somos hijos de un varón; somos hombres de la verdad; tus siervos nunca fueron espías.
El corazón del sabio está a su mano derecha; mas el corazón del loco a su mano izquierda.
No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en el juicio al necesitado;
Porque también éramos nosotros locos en otro tiempo, rebeldes, errados, sirviendo a las concupiscencias y los deleites diversos, viviendo en malicia y en envidia, aborrecibles, aborreciéndonos los unos a los otros.
Mas él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.
Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
Después miré, y me levanté, y dije a los principales y a los magistrados, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor grande y terrible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.
Y ella hizo que él se durmiera sobre sus rodillas; y llamado un hombre, le rapó las siete guedejas de su cabeza, y comenzó a afligirlo, y su fuerza se apartó de él.
aprended a hacer el bien. Buscad juicio. Restituid al agraviado. Oíd en derecho al huérfano. Amparad a la viuda.
Ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y el otro ha desaparecido.
Que si tú llegas a afligirle, y él a mí clamare, ciertamente oiré yo su clamor;
Y cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le dice: Sí Señor; tú sabes que te amo. Le dice: Apacienta mis corderos.
¿Cortarás tú con cuchillo su cuero, o con asta de pescadores su cabeza?
Entonces se acordó José de los sueños que había soñado de ellos, y les dijo: Espías sois; para ver lo descubierto de la tierra habéis venido.
A aquel, pues, que es poderoso para guardaros sin pecado, y presentaros delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría,
Pero sucedió, que cuando vinieron los judíos que habitaban entre ellos, nos dieron aviso diez veces de todos los lugares de donde volvían a nosotros.
He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba, y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor, y se inclinaban al mío.
Y José reconoció a sus hermanos, pero ellos no le reconocieron.
Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban y el que tocaba el shofar estaba junto a mí.
Y cuando el rey de Moab vio que la batalla lo vencía, tomó consigo setecientos varones que sacaban espada, para romper contra el rey de Idumea; mas no pudieron.
Y ellos le respondieron: No, señor mío; mas tus siervos han venido a comprar alimentos.