'Contar' en la Biblia
Y haré tu simiente como el polvo de la tierra; que si alguno podrá contar el polvo de la tierra, también tu simiente será contada.
Y le llevó fuera, y dijo: Mira ahora a los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu simiente.
Así responderá por mí mi justicia mañana cuando me viniere mi salario delante de ti; toda la que no fuere pintada ni manchada en las cabras y de color oscuro en las ovejas mías, se me ha de contar como de hurto.
Y tú has dicho: Ciertamente yo te haré bien, y pondré tu simiente como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud.
Y acopió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta que dejó de contar, porque no tenía número.
Y partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños.
Y cuando se hubiere limpiado de su flujo el que tiene flujo, se ha de contar siete días desde su purificación, y lavará sus ropas, y lavará su carne en aguas corrientes, y será limpio.
Y cuando fuere libre de su flujo, se ha de contar siete días, y después será limpia.
Y os habéis de contar desde el siguiente día del sábado, desde el día en que ofrecisteis el manojo de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán:
Y te has de contar siete semanas de años, siete veces siete años; de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años.
Siete semanas te contarás: desde que comiences a meter la hoz en la mies comenzarás a contar las siete semanas.
Y mandó al mensajero, diciendo: Cuando acabares de contar al rey todos los asuntos de la guerra,
Pero la palabra del rey pudo más que Joab, y que los capitanes del ejército. Salió, pues, Joab, con los capitanes del ejército, de delante del rey, para contar el pueblo de Israel.
Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.
Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se podían contar ni numerar.
Y dijo David a Dios: ¿No soy yo el que hizo contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; mas estas ovejas, ¿qué han hecho? Jehová Dios mío, sea ahora tu mano contra mí, y contra la casa de mi padre, y no haya plaga en tu pueblo.
Joab hijo de Sarvia había comenzado a contar, mas no acabó, pues por esto vino la ira sobre Israel; y así el número no fue puesto en el registro de las crónicas del rey David.
Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había a él reunido delante del arca, sacrificaron ovejas y bueyes, que por la multitud no se pudieron contar ni numerar.
sin contar el que traían los mercaderes y negociantes. También todos los reyes de Arabia y los príncipes de la tierra traían oro y plata a Salomón.
Éstos eran siervos del rey, sin contar los que el rey había puesto en las ciudades fortificadas por toda Judá.
¿Puedes tú contar los meses de su preñez, y sabes el tiempo cuando han de parir?
Contar puedo todos mis huesos; ellos me miran, y me observan.
Para proclamar con voz de acción de gracias, y contar todas tus maravillas.
Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no te los podremos contar; si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados.
Y en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en el Señor Jehová mi esperanza, para contar todas tus obras.
Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.
Y los árboles que quedaren en su bosque, serán en número que un niño los pueda contar.
Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses; o a lo menos haced bien, o mal, para que tengamos qué contar, y juntamente nos maravillemos.
Con todo, el número de los hijos de Israel será como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y sucederá que en el lugar donde se les ha dicho: Vosotros no sois mi pueblo, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente.
Y los que comieron eran como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Después de estas cosas miré, y he aquí una gran multitud, la cual ninguno podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en sus manos;