'Espalda' en la Biblia

Y éste será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los que ofrecieren en sacrificio buey o cordero; darán al sacerdote la espalda, y las quijadas, y el cuajar.

¡Ay Señor! ¿Qué diré, ya que Israel ha vuelto la espalda delante de sus enemigos?

Por esto los hijos de Israel no podrán estar delante de sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda; por cuanto han venido a ser anatema. Ya no seré más con vosotros, al menos que destruyáis el anatema de en medio de vosotros.

Volvieron, por tanto, la espalda delante de Israel hacia el camino del desierto; mas el escuadrón los alcanzó, y los que salían de las ciudades los destruían en medio de ellos.

Y sucedió que cuando él volvió la espalda para apartarse de Samuel, le mudó Dios su corazón; y todas estas señales acontecieron en aquel día.

Y no queriendo él irse, lo hirió Abner con el regatón de la lanza por la quinta costilla, y le salió la lanza por la espalda, y cayó allí, y murió en aquel mismo sitio. Y todos los que pasaban por aquel lugar donde Asael había caído y muerto, se detenían.

Y los amonestaste para que volviesen a tu ley; mas ellos fueron soberbios, y no oyeron tus mandamientos, sino que pecaron contra tus juicios, los cuales si el hombre hiciere, en ellos vivirá. Pero ellos dieron la espalda, y endurecieron su cerviz, y no escucharon.

Saldrá la saeta por su espalda, relumbrante saldrá por su hiel; sobre él vendrán terrores.

mi hombro se caiga de mi espalda, y mi brazo sea quebrado de mi antebrazo.

Pues tú aborreces la instrucción, y echas a tu espalda mis palabras.

Los hijos de Efraín, arqueros armados, volvieron la espalda el día de la batalla.

En los labios del prudente se halla sabiduría; mas la vara es para la espalda del falto de entendimiento.

Preparados están juicios para los escarnecedores, y azotes para la espalda de los necios.

El látigo para el caballo, y el cabestro para el asno, y la vara para la espalda del necio.

junta sus piezas de carne en ella; todas buenas piezas, pierna y espalda; llénala de huesos escogidos.

Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

Sus ojos sean oscurecidos para que no vean, y agóbiales su espalda siempre.

Ya sabes esto, que me han dado la espalda todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes.