'Libra' en la Biblia
Mas vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, el cual os libra de todas vuestras adversidades y angustias, y dijisteis: No, sino pon rey sobre nosotros. Ahora, pues, presentaos delante de Jehová por vuestras tribus y por vuestros millares.
Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré a herir a estos filisteos? Y Jehová respondió a David: Ve, hiere a los filisteos, y libra a Keila.
Mas Él libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos, y de la mano violenta;
Él libra su alma de la fosa, y su vida de perecer a espada.
Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia.
Levántate, oh Jehová; sal a su encuentro, póstrale; libra mi alma del malo con tu espada;
El que me libra de mis enemigos: Tú me enalteciste sobre los que se levantan contra mí; me has librado del hombre violento.
Libra de la espada mi alma; del poder del perro mi vida.
Claman los justos, y Jehová los oye, y los libra de todas sus angustias.
Los que a Jehová amáis, aborreced el mal: Él guarda las almas de sus santos; de mano de los impíos los libra.
Entonces claman a Jehová en su angustia, y Él los libra de sus aflicciones.
Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo: Te ruego, oh Jehová, libra mi alma.
Libra mi alma, oh Jehová, de labio mentiroso, de la lengua engañosa.
Tú, el que da salvación a los reyes, el que libra a David su siervo de maligna espada.
Los tesoros de maldad no serán de provecho; mas la justicia libra de muerte.
El testigo verdadero libra las almas; mas el engañoso hablará mentiras.
Se lo echan sobre los hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Le hablan, y tampoco responde, ni libra de la tribulación.
Que salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; el cual libró a Daniel del poder de los leones.
Así dice Jehová: De la manera que el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que moran en Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho.
Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó de la fragancia del ungüento.
el cual nos libró, y nos libra; y en quien confiamos que aún nos librará de tan grande muerte;