'Aquel' en la Biblia
La altivez de los ojos del hombre será abatida; y la soberbia de los hombres será humillada; y solo el SEÑOR será ensalzado en aquel día.
Y la altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo el SEÑOR será ensalzado en aquel día.
Aquel día el hombre arrojará en las cuevas de los topos, y de los murciélagos, sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase;
él jurará aquel día, diciendo: No tomaré ese cuidado; porque en mi casa ni hay pan, ni qué vestir; no me hagáis príncipe del pueblo.
Aquel día quitará el Señor el atavío de los calzados, y las redecillas, y las lunetas;
Y echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente sea llamado tu nombre sobre nosotras, quita nuestro oprobio.
En aquel tiempo el renuevo del SEÑOR será para hermosura y gloria; y el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los librados de Israel.
Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar; entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación; y en sus cielos se oscurecerá la luz.
Y acontecerá que aquel día silbará el SEÑOR a la mosca que está en el fin de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria.
En aquel día raerá el Señor con navaja alquilada, con los que habitan del otro lado del río, es a saber , con el rey de Asiria, cabeza y pelos de los pies; y aun la barba también quitará.
Y acontecerá en aquel tiempo, que críe un hombre una vaca y dos ovejas;
Acontecerá también en aquel tiempo, que el lugar donde había mil vides que valían mil siclos de plata, será para los espinos y para los cardos.
Aunque no será esta oscuridad tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón, y a la tierra de Neftalí; ni después cuando agravaron por la vía del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.
Y acontecerá en aquel tiempo, que los que hubieren quedado de Israel, y los que hubieren quedado de la casa de Jacob, nunca más estriben sobre el que los hirió; sino que se apoyarán sobre el SEÑOR, el Santo de Israel con verdad.
Y acaecerá en aquel tiempo, que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz; y el yugo se pudrirá delante de la unción.
Y acontecerá en aquel tiempo, que la Raíz de Jessé, la cual estará puesta por pendón a los gentiles, será buscada de los gentiles; y su Reino de paz será glorioso.
Y acontecerá en aquel tiempo, que el SEÑOR tornará a poner otra vez su mano, para poseer el remanente de su pueblo que fue dejado de Assur, y de Egipto, y de Patros, y de Etiopía, y de Elam, y de Caldea, y de Hamat, y de las islas del mar.
Y dirás en aquel día: Cantaré a ti, oh SEÑOR; pues aunque te enojaste contra mí, tu furor se apartó, y me has consolado.
Y diréis en aquel día: Cantad al SEÑOR; invocad su nombre. Haced célebres en los pueblos sus obras. Recordad como su nombre es engrandecido.
Se han de inclinar hacia ti los que te vieren y te considerarán, diciendo : ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos.
Esta es la palabra, que pronunció el SEÑOR sobre Moab desde aquel tiempo.
Y será, que en aquel tiempo la gloria de Jacob se atenuará, y se enflaquecerá la grosura de su carne.
En aquel día mirará el hombre a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel.
En aquel día las ciudades de su fortaleza serán como los frutos que quedan en los renuevos y en las ramas. Como lo que dejaron de los hijos de Israel; y será asolamiento.
En aquel tiempo será traído presente al SEÑOR de los ejércitos, el pueblo arrastrado y repelado; el pueblo lleno de temores desde su principio y después; gente harta de esperar y hollada, cuya tierra destruyeron los ríos, al lugar del nombre del SEÑOR de los ejércitos, al Monte de Sion.
En aquel día será Egipto como mujeres: porque se asombrará y temerá, en la presencia de la mano alta del SEÑOR de los ejércitos, que él ha de levantar sobre ellos.
En aquel tiempo habrá cinco ciudades en la tierra de Egipto, que hablen la lengua de Canaán, y que juren por el SEÑOR de los ejércitos; la una será llamada la ciudad Herez.
En aquel tiempo habrá altar para el SEÑOR en medio de la tierra de Egipto, y pirámide intitulada: Al SEÑOR, junto a su término.
Y el SEÑOR será conocido de Egipto, y los de Egipto conocerán al SEÑOR en aquel día; y harán sacrificio, y oblación; y harán votos al SEÑOR, y los cumplirán.
En aquel tiempo habrá camino de Egipto a Asiria, y asirios entrarán en Egipto, y egipcios en Asiria; y los egipcios servirán con los asirios al SEÑOR.
En aquel tiempo, Israel será tercero con Egipto y con Asiria, bendición en medio de la tierra.
En aquel tiempo habló el SEÑOR por Isaías hijo de Amoz, diciendo: Ve, y quita el saco de tus lomos, y descalza los zapatos de tus pies. Y lo hizo así, andando desnudo y descalzo.
Y dirá en aquel día el morador de esta isla: Mirad qué tal fue nuestra esperanza, donde nos acogimos por socorro, para ser libres de la presencia del rey de Asiria, ¿y cómo escaparemos?
Y desnudó la cobertura de Judá; y miraste en aquel día hacia la casa de armas del bosque.
Y será, que en aquel día llamaré a mi siervo Eliacim, hijo de Hilcías.
En aquel día, dice el SEÑOR de los ejércitos, el clavo hincado en lugar firme será quitado, y será quebrado y caerá; y la carga que sobre él se puso, se echará a perder; porque el SEÑOR habló.
Y acontecerá en aquel día, que Tiro será puesta en olvido por setenta años, como días de un rey. Después de los setenta años, cantará Tiro canción como de ramera.
Y acontecerá en aquel día, que el SEÑOR visitará sobre el ejército sublime en lo alto, y sobre los reyes de la tierra, sobre la tierra.
Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, a quien esperamos, y nos ha salvado. Este es el SEÑOR a quien esperamos, nos gozaremos y nos alegraremos en su salud.
En aquel día cantarán este cantar en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salud puso Dios por muros y antemuro.
En aquel día el SEÑOR visitará con su espada dura, grande y fuerte, sobre el leviatán, serpiente huidora, y sobre el leviatán serpiente retuerta; y matará al dragón que está en el mar.
En aquel día cantad de la viña del vino rojo.
Cuando sus ramas se secaren, serán quebradas, mujeres vendrán a encenderla; porque aquél no es pueblo de entendimiento. Por tanto su Hacedor no tendrá de él misericordia, ni se compadecerá de él el que lo formó.
Y acontecerá en aquel día, que herirá el SEÑOR desde el álveo del río Eufrates hasta el río de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis ayuntados uno a uno.
Acontecerá también en aquel día, que habrá tañido con gran voz de trompeta; y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido echados en tierra de Egipto, y adorarán al SEÑOR en el Monte santo, en Jerusalén.
En aquel día el SEÑOR de los ejércitos será por corona de gloria y diadema de hermosura al remanente de su pueblo;
Vuestra subversión ciertamente será como el barro del alfarero. ¿La obra dirá de su hacedor: No me hizo? y ¿dirá el vaso de aquel que lo obró: No entendió?
Y en aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad, y de las tinieblas.
Entonces dará lluvia a tu sementera, cuando sembrares la tierra; y pan del fruto de la tierra; y será fértil y grueso; y tus ganados en aquel tiempo serán apacentados en anchas dehesas.
Convertíos a aquel contra quien os habéis profundamente rebelado, oh hijos de Israel.
Porque en aquel día arrojará el hombre los ídolos de su plata, y los ídolos de su oro, que os hicieron vuestras manos pecadoras.
Y será aquel Varón como escondedero contra el viento, y como acogida contra el turbión; como riberas de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.
No verás a aquel pueblo espantable, pueblo de lengua oscura de entender, de lengua tartamuda, que no lo comprendas.
Y si me dijeres: En el SEÑOR nuestro Dios confiamos, ¿no es éste aquel cuyos altos y cuyos altares hizo quitar Ezequías, y dijo a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis?
En aquel tiempo Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías; porque había oído que había estado enfermo, y que había convalecido.
Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.
Mi mano hizo todas estas cosas, y por ella todas estas cosas fueron, dijo el SEÑOR; a aquél pues miraré que es pobre y abatido de espíritu, y que tiembla a mi palabra.
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