'Centurión' en la Biblia
Y cuando entró Jesús en Capernaúm se le acercó un centurión suplicándole,
Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano.
Entonces Jesús dijo al centurión: Vete; así como has creído, te sea hecho. Y el criado fue sanado en esa {misma} hora.
El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: En verdad éste era Hijo de Dios.
Viendo el centurión que estaba frente a El, la manera en que expiró, dijo: En verdad este hombre era Hijo de Dios.
Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto, y llamando al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
Y comprobando esto por medio del centurión, le concedió el cuerpo a José,
Y el siervo de cierto centurión, a quien éste apreciaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir.
Al oír {hablar} de Jesús, {el centurión} envió a El unos ancianos de los judíos, pidiéndole que viniera y salvara a su siervo.
Cuando ellos llegaron a Jesús, le rogaron con insistencia, diciendo: {El centurión} es digno de que le concedas esto;
Jesús iba con ellos, pero cuando ya no estaba lejos de la casa, el centurión envió a unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes más, porque no soy digno de que entres bajo mi techo;
Cuando el centurión vio lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: Ciertamente, este hombre era inocente.
{Había} en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte llamada la Italiana,
Y ellos dijeron: A Cornelio el centurión, un hombre justo y temeroso de Dios, y que es muy estimado por toda la nación de los judíos, {le} fue ordenado por un santo ángel que te hiciera venir a su casa para oír tus palabras.
Cuando lo estiraron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba allí: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle hecho juicio?
Al oír {esto} el centurión, fue al comandante y le avisó, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es romano.
Y dio órdenes al centurión de que guardara a Pablo bajo custodia, pero con {alguna medida} de libertad, y que no impidiera a ninguno de sus amigos que lo sirvieran.
Cuando se decidió que deberíamos embarcarnos para Italia, fueron entregados Pablo y algunos otros presos a un centurión de la compañía Augusta, llamado Julio.
Allí el centurión halló una nave alejandrina que iba para Italia, y nos embarcó en ella.
Pero el centurión se persuadió más {por lo dicho} por el piloto y el capitán del barco, que por lo que Pablo decía.
Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podréis salvaros.
pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, impidió su propósito, y ordenó que los que pudieran nadar se arrojaran primero por la borda y llegaran a tierra,
Cuando entramos en Roma, el centurión entregó los presos al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con el soldado que lo custodiaba.