'Que' en la Biblia
Le dijeron por tanto sus siervos: Busquen a mi señor el rey una joven virgen, para que esté delante del rey, y lo abrigue, y duerma a su lado para que dé calor a mi señor el rey.
Entonces Adonías hijo de Haguit se enalteció, diciendo: Yo seré rey. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y cincuenta hombres que corriesen delante de él.
Y su padre nunca lo entristeció en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Y además éste era de hermoso parecer; y su madre lo había engendrado después de Absalón.
Y matando Adonías ovejas y vacas y animales engordados junto a la peña de Zohelet, que está cerca de la fuente de Rogel, convidó a todos sus hermanos los hijos del rey, y a todos los varones de Judá, siervos del rey:
Y habló Natán a Betsabé madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que reina Adonías hijo de Haguit, sin saberlo David nuestro señor?
Ven pues, ahora, y toma mi consejo, para que salves tu vida, y la vida de tu hijo Salomón.
Ve, y entra al rey David, y dile: Rey señor mío, ¿no has jurado tú a tu sierva, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono? ¿Por qué, pues, reina Adonías?
Y Betsabé se inclinó, e hizo reverencia al rey. Y el rey dijo: ¿Qué quieres?
Entre tanto, rey señor mío, los ojos de todo Israel están sobre ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey después de él.
De otra manera acontecerá que cuando mi señor el rey durmiere con sus padres, que yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables.
Y he aquí que mientras ella aún hablaba con el rey, vino también Natán el profeta.
Y el rey juró, diciendo: Vive Jehová, que ha redimido mi alma de toda angustia,
que como yo te he jurado por Jehová Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono en lugar mío; que así lo haré hoy.
Después iréis vosotros detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará en mi lugar; porque a él he elegido para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá.
De la manera que Jehová ha sido con mi señor el rey, así sea con Salomón; y Él haga engrandecer su trono más que el trono de mi señor el rey David.
Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía que la tierra se hundía con el estruendo de ellos.
Y lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. Y oyendo Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por qué se alborota la ciudad con estruendo?
y el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo han ungido por rey en Gihón; y de allá han subido con alegrías, y la ciudad está llena de estruendo. Éste es el alboroto que habéis oído.
Y aun los siervos del rey han venido a bendecir a nuestro señor el rey David, diciendo: Dios haga bueno el nombre de Salomón más que tu nombre, y haga mayor su trono que el tuyo. Y el rey adoró en la cama.
Y también el rey habló así: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, viéndolo mis ojos.
Ellos entonces se estremecieron, y se levantaron todos los convidados que estaban con Adonías, y se fue cada uno por su camino.
Y fue hecho saber a Salomón, diciendo: He aquí que Adonías tiene miedo del rey Salomón; pues se ha asido de los cuernos del altar, diciendo: Júreme hoy el rey Salomón que no matará a espada a su siervo.
Y cuando llegaron los días en que David había de morir, mandó a Salomón su hijo, diciendo:
Guarda las ordenanzas de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que seas prosperado en todo lo que hicieres, y en todo lo que emprendieres;
para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren su camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón, y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón sobre el trono de Israel.
Y ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner, y a Amasa hijo de Jeter, los cuales él mató, derramando en tiempo de paz la sangre de guerra, y poniendo la sangre de guerra en su talabarte que tenía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.
Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás que sus canas desciendan en paz a la sepultura.
Mas a los hijos de Barzilai galaadita harás misericordia, que sean de los convidados a tu mesa; porque ellos vinieron así a mí, cuando yo iba huyendo de Absalón tu hermano.
También tienes contigo a Simeí hijo de Gera, hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Mas él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová, diciendo: Yo no te mataré a espada.
Pero ahora no lo absolverás; porque hombre sabio eres, y sabes lo que has de hacer con él; y harás descender sus canas con sangre a la sepultura.
Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años; siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén.
Y él dijo: Tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro, para que yo reinara; mas el reino fue traspasado, y vino a ser de mi hermano; porque por Jehová era suyo.
Él entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé a Abisag la sunamita por esposa.
Y ella dijo: Tengo una pequeña petición para ti; no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te la negaré.
Y ella dijo: Que Abisag la sunamita sea dada por esposa a tu hermano Adonías.
Y el rey Salomón respondió, y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag sunamita para Adonías? Demanda también para él el reino, porque él es mi hermano mayor; y tiene también a Abiatar sacerdote, y a Joab hijo de Sarvia.
Y el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: Así me haga Dios y así me añada, que contra su vida ha hablado Adonías esta palabra.
Ahora, pues, vive Jehová, que me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y quien me ha hecho casa, como me había prometido, que Adonías morirá hoy.
Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot a tus heredades, pues tú eres digno de muerte; mas no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca del Señor Jehová delante de David mi padre, y además has sido afligido en todas las cosas en que fue afligido mi padre.
Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo.
Y fue hecho saber a Salomón que Joab había huido al tabernáculo de Jehová, y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve, y arremete contra él.
Y entró Benaía al tabernáculo de Jehová, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino que aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así habló Joab, y así me respondió.
Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y entiérralo, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.
Y Jehová hará tornar su sangre sobre su cabeza; porque él arremetió y dio muerte a espada a dos varones más justos y mejores que él, sin que mi padre David lo supiese; a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general de ejército de Judá.
porque sabe de cierto que el día que salieres, y pasares el torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu cabeza.
Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos de Simeí huyeron a Aquís, hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Simeí, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat.
Luego fue dicho a Salomón que Simeí había ido de Jerusalén hasta Gat, y que había vuelto.
Entonces el rey envió, e hizo venir a Simeí, y le dijo: ¿No te hice jurar yo por Jehová, y te protesté, diciendo: El día que salieres, y fueres a alguna parte, sabe de cierto que has de morir? Y tú me dijiste: La palabra es buena, yo la obedezco.
¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse?
Dijo además el rey a Simeí: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha tornado el mal sobre tu cabeza.
Y Salomón hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, porque tomó la hija de Faraón, y la trajo a la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa de Jehová, y los muros de Jerusalén alrededor.
Y se apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.
Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, según que él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has conservado esta tu grande misericordia, que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día.
Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.
Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.
Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio;
he aquí he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no haya habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.
Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.
Y cuando Salomón despertó, vio que era sueño. Y vino a Jerusalén, y se presentó delante del arca del pacto de Jehová, y sacrificó holocaustos, e hizo ofrendas de paz; hizo también banquete a todos sus siervos.
En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres que eran rameras, y se presentaron delante de él.
Y aconteció al tercer día después que yo di a luz, que ésta también dio a luz, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa.
Y cuando yo me levanté por la mañana para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto; mas le observé por la mañana, y vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz.
Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.
El rey entonces dijo: Ésta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive.
Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.
Y éstos fueron los príncipes que tuvo: Azarías hijo del sacerdote Sadoc;
Baana hijo de Ahilud, en Taanac y Meguido, y en toda Bet-seán, que está cerca de Zaretán, abajo de Jezreel, desde Bet-seán hasta Abel-mehola, y hasta el otro lado de Jocmeam;
el hijo de Geber, en Ramot de Galaad; éste tenía también las ciudades de Jair hijo de Manasés, las cuales estaban en Galaad; tenía también la provincia de Argob, que estaba en Basán, sesenta grandes ciudades con muro y cerraduras de bronce;
Judá e Israel eran muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose.
Porque él señoreaba en toda la región que estaba de este lado del río, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes de este lado del río; y tuvo paz por todos lados en derredor suyo.
Y estos gobernadores mantenían al rey Salomón, y a todos los que a la mesa del rey Salomón venían, cada uno un mes; nada les hacía falta.
Traían también cebada y paja para los caballos y para los dromedarios, al lugar donde estaban los oficiales, cada uno conforme al cargo que tenía.
Y Dios dio a Salomón sabiduría, y prudencia muy grande, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar.
Y aun fue más sabio que todos los hombres; más que Etán ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y se extendió su fama por todas las naciones de alrededor.
También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, las aves, los reptiles, y los peces.
Hiram rey de Tiro envió también sus siervos a Salomón, luego que oyó que lo habían ungido por rey en lugar de su padre; porque Hiram siempre había amado a David.
Tú sabes como mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehová su Dios, por las guerras que le rodearon, hasta que Jehová puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies.
Ahora Jehová mi Dios me ha dado reposo por todas partes; de modo que ni hay adversarios ni mal que nos azote.
Yo por tanto he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, como Jehová lo habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, que yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre.
Manda, pues, ahora que me corten cedros del Líbano; y mis siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú dijeres; porque tú sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar la madera como los sidonios.
Y aconteció que cuando Hiram oyó las palabras de Salomón, se gozó en gran manera, y dijo: Bendito sea hoy Jehová, que dio hijo sabio a David sobre este pueblo tan grande.
Y envió Hiram a decir a Salomón: He oído lo que me mandaste a decir; yo haré todo lo que tú desees acerca de la madera de cedro, y la madera de abeto.
Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar; y yo la pondré en balsas por el mar hasta el lugar que tú me señales, y allí se desatará, y tú la tomarás; y tú cumplirás mi deseo al dar de comer a mi familia.
Dio, pues, Hiram a Salomón madera de cedro y madera de abeto, toda la que quiso.
Tenía también Salomón setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte;
sin los principales oficiales de Salomón que estaban sobre la obra, tres mil trescientos, los cuales tenían cargo del pueblo que hacía la obra.
Y mandó el rey que trajesen grandes piedras, piedras costosas, para los cimientos de la casa, y piedras labradas.
Y aconteció en el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, en el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, que él comenzó a edificar la casa de Jehová.
La casa que el rey Salomón edificó a Jehová, tuvo sesenta codos de largo y veinte de ancho, y treinta codos de alto.
Y la casa cuando se edificó, la fabricaron de piedras que traían ya acabadas; de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro.
En cuanto a esta casa que tú edificas; si anduvieres en mis estatutos, e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a David tu padre;
Asimismo hizo al final de la casa un edificio de veinte codos, de tablas de cedro, desde el suelo hasta lo más alto; y edificó en la casa un oráculo, que es el lugar santísimo.
Y cubrió de oro toda la casa, hasta que toda la casa fue terminada; y asimismo cubrió de oro todo el altar que estaba frente al lugar santísimo.
Una ala del querubín tenía cinco codos, y la otra ala del querubín otros cinco codos; así que había diez codos desde la punta de una ala hasta la punta de la otra.
Y puso estos querubines en la casa de adentro; y los querubines tenían las alas extendidas, de modo que el ala de uno tocaba una pared, y el ala del otro querubín tocaba a la otra pared, y las otras dos alas se tocaban la una a la otra en la mitad de la casa.
Y en el año undécimo, en el mes de Bul, que es el mes octavo, fue acabada la casa en todas sus partes y conforme a todo su diseño. La edificó, pues, en siete años.
Y estaba cubierta de tablas de cedro arriba sobre las vigas, que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas; cada hilera tenía quince columnas.
También hizo un pórtico de columnas, que tenía cincuenta codos de largo, y treinta codos de ancho; y este pórtico estaba delante de aquellas otras, con sus columnas y maderos correspondientes.
Hizo asimismo el pórtico del trono en que había de juzgar, el pórtico del juicio, y lo vistió de cedro desde el suelo hasta el techo.