'Para' en la Biblia
Éste vino por testimonio, para que diese testimonio de la Luz, para que todos creyesen por él.
No era él la Luz, sino para que diese testimonio de la Luz.
Entonces le dijeron: ¿Quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando en agua.
Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme a la purificación de los judíos, y en cada una cabían dos o tres cántaros.
para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.
Porque todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprobadas.
Pero el que obra verdad, viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
pero el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que yo no tenga sed, ni venga acá a sacarla.
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que venga la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna; para que el que siembra como el que siega juntos se regocijen.
para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
Pero yo no recibo el testimonio de hombre; pero digo esto para que vosotros seáis salvos.
Y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
Cuando Jesús alzó sus ojos, y vio una gran multitud que había venido a Él, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?
Pero esto decía para probarle; pues Él sabía lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no les bastarían para que cada uno de ellos tome un poco.
Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.
Y percibiendo Jesús que habían de venir para tomarle por fuerza y hacerle rey, volvió a retirarse al monte Él solo.
Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?
Entonces le dijeron: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Éste es el pan que desciende del cielo, para que el que de él comiere, no muera.
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Entonces sus hermanos le dijeron: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
Si recibe el hombre la circuncisión en sábado, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado sané completamente a un hombre?
Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es Éste a quien buscan para matarle?
Los fariseos oyeron al pueblo que murmuraba de Él estas cosas; y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen.
Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo, como si no les oyera.
Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el Hijo sí permanece para siempre.
Entonces tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se encubrió, y salió del templo atravesando por en medio de ellos, y así pasó.
Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciese ciego?
Respondió Jesús: No es que haya pecado éste, ni sus padres; sino para que las obras de Dios se manifestasen en él.
Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en Él?
Y dijo Jesús: Para juicio yo he venido a este mundo, para que los que no ven, vean; y los que ven, sean cegados.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
Pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en Él.
Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
y me alegro por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
Dijo entonces Tomás, llamado el Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
Y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.
Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
y no solamente por aquella nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
Así que, desde aquel día consultaban juntos para matarle.
Y la pascua de los judíos estaba cerca; y muchos de aquella tierra subieron a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse.
Y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos habían dado orden, que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.
Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.
Pero los príncipes de los sacerdotes consultaron para matar también a Lázaro.
El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¡Padre, sálvame de esta hora! Mas para esto he venido a esta hora.
La multitud le respondió: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre: ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?
Entre tanto que tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.
para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?
Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane.
Con todo eso, aun muchos de los príncipes creyeron en Él; mas por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.
Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
Y si alguno oye mis palabras, y no cree, yo no le juzgo; porque no vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
Y antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Porque ejemplo os he dado, para que también vosotros hagáis como yo os he hecho.
No hablo de todos vosotros; yo conozco a los que he escogido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.
Desde ahora os lo digo, antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy.
A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que le preguntase quién era aquel de quien hablaba.
Porque algunos pensaban, ya que Judas traía la bolsa, que Jesús le dijo, compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres.
En la casa de mi Padre muchas mansiones hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Y todo lo que pidiereis en mi nombre, esto haré; para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
y yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre;
Y ahora os lo he dicho antes que acontezca, para que cuando acontezca, creáis.
Mas para que el mundo conozca que yo amo al Padre, y como el Padre me dio mandamiento, así hago. Levantaos, vámonos de aquí.
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quita; y todo aquel que lleva fruto, lo limpia, para que lleve más fruto.
Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
No me elegisteis vosotros a mí; sino que yo os elegí a vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre; Él os lo dé.
Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.
Estas cosas os he hablado para que no os escandalicéis.
Pero os he dicho esto, para que cuando llegue la hora, os acordéis que yo os lo había dicho; pero esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.
Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique a ti.
Como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
Y ya no estoy en el mundo; pero éstos están en el mundo, y yo a ti vengo. Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste yo los guardé; y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese.
Y ahora vengo a ti, y hablo estas cosas en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
Y la gloria que me diste, yo les he dado; para que sean uno, como nosotros somos uno.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en uno; y para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado como también a mí me has amado.
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo; para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
Y yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún; para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
para que se cumpliese la palabra que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.
Y llevaron a Jesús de Caifás al pretorio; y era de mañana; y ellos no entraron al pretorio para no ser contaminados, y así poder comer la pascua.
para que se cumpliese la palabra de Jesús, que había dicho, indicando de qué muerte había de morir.
Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero ahora mi reino no es de aquí.
Pilato entonces le dijo: ¿Acaso, eres tú rey? Jesús respondió: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.