'Pueblo' en la Biblia
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Y convocados todos los príncipes de los sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
Y tú, Belén, de tierra de Judá, no eres muy pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un Guiador, que apacentará a mi pueblo Israel.
el pueblo asentado en tinieblas, vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les esclareció.
Y rodeó Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda flaqueza en el pueblo.
Y recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y todo flaqueza en el pueblo.
Y todo el pueblo estaba maravillado, y decía: ¿No es Éste el Hijo de David?
Porque el corazón de este pueblo está engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y con sus ojos guiñan; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y del corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane.
Y llegando a su pueblo, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que se maravillaban y decían: ¿Dónde {obtuvo} éste esta sabiduría y {estos} poderes milagrosos?
Y quería matarle, mas temía al pueblo; porque le tenían por profeta.
Y oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto, apartado; y cuando el pueblo lo oyó, le siguió a pie de las ciudades.
Este pueblo de su boca se acerca a mí y de labios me honra, pero su corazón lejos está de mí.
Y como vino al Templo, se acercaron a él cuando estaba enseñando, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te dio esta autoridad?
Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta.
Y buscando cómo echarle mano, temieron al pueblo; porque le tenían por profeta.
Entonces los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos del pueblo se juntaron en el patio del sumo sacerdote, el cual se llamaba Caifás;
Y decían: No en el día de fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.
Y hablando aún él, he aquí Judas, uno de los doce, vino, y con él muchas personas con espadas y bastones, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los ancianos del pueblo.
Y venida la mañana, entraron en consejo todos los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos del pueblo, contra Jesús, para entregarle a muerte.
Y en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, cual quisieran.
Mas los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, persuadieron al pueblo que pidiera a Barrabás, y a Jesús matara.
Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros.
Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.
Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; para que no vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero.
El se marchó de allí y llegó* a su pueblo; y sus discípulos le siguieron*.
Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, mas su corazón lejos está de mí.
Y en seguida todo el pueblo, al verle, se asombró, y corriendo hacia Él, le saludaron.
Y PARTIENDOSE de allí, vino á los términos de Judea y tras el Jordán: y volvió el pueblo á juntarse á él; y de nuevo les enseñaba como solía.
Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban cómo le matarían; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina.
Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos juzgaban de Juan, que verdaderamente era profeta.
Y procuraban prenderle, porque sabían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían al pueblo, y dejándole se fueron.
Luego llamándole el mismo David Señor, ¿de dónde, pues, es su hijo? Y los que eran del común del pueblo le oían de buena gana.
Y estando sentado Jesús delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.
Y decían: No en el día de la fiesta, para que no se haga alboroto del pueblo.
Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera colgado de un madero.
Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.
Porque él irá delante de él con el Espíritu y virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo preparado.
Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se maravillaban de que él se detuviera en el Templo.
Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y hecho redención a su pueblo,
dando conocimiento de salud a su pueblo, para remisión de sus pecados,
Mas el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy evangelio de gran gozo, que será a todo el pueblo;
lumbre para ser revelada a los gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel.
Y estando el pueblo esperando, y pensando todos de Juan en sus corazones, si él sería el Cristo,
Y amonestando, muchas otras cosas anunciaba el Evangelio al pueblo.
Y aconteció que, cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió,
Y siendo ya de día salió, y se fue a un lugar desierto; y el pueblo le buscaba, y vinieron hasta él; y le detenían para que no se apartara de ellos.
Y descendió con ellos, y se paró en un lugar llano, en compañía de sus discípulos, y una grande multitud de pueblo de toda Judea y de Jerusalén, y de la costa de Tiro y de Sidón, que habían venido a oírle, y para ser sanados de sus enfermedades;
Y como acabó todas sus palabras oyéndole el pueblo, entró en Capernaum.
porque él ama a nuestro pueblo y fue él quien nos edificó la sinagoga.
Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Que un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y que Dios ha visitado a su pueblo.
Y todo el pueblo oyéndole, y los publicanos, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan.
Entonces, cuando la mujer vio que no se podía esconder, vino temblando, y postrándose delante de él le declaró delante de todo el pueblo la causa por qué le había tocado, y cómo luego había sido sana.
Y cuando lo entendió el pueblo, le siguió; y él los recibió, y les hablaba del Reino de Dios, y sanó a los que tenían necesidad de cura.
Y aconteció que estando él solo orando, estaban con él los discípulos; y les preguntó diciendo: ¿Quién dice el pueblo que soy?
Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; mas todo el pueblo se gozaba de todas las cosas gloriosas que eran por él hechas.
Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo como lo vio, dio a Dios alabanza.
Y enseñaba cada día en el Templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle.
Y no hallaban qué hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.
Y aconteció un día, que enseñando él al pueblo en el Templo, y anunciando el Evangelio, llegaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas, con los ancianos;
Y si dijéremos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están ciertos que Juan era profeta.
Y comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo.
Y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque entendieron que contra ellos había dicho esta parábola; mas temieron al pueblo.
Y no pudieron reprender sus palabras delante del pueblo; antes maravillados de su respuesta, callaron.
Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos:
Mas ¡ay de las que estén encinta, y de las que críen en aquellos días! Porque habrá apretura grande sobre la tierra, e ira en este pueblo.
Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el Templo.
Y los príncipes de los sacerdotes y los escribas procuraban cómo matarle; mas tenían miedo del pueblo.
Y prometió, y buscaba oportunidad para entregarle a ellos a espaldas del pueblo.
Y cuando fue de día, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le trajeron a su concilio,
Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo,
les dijo: Me habéis presentado a éste por hombre que desvía al pueblo; y he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquellas de que le acusáis.
Y le seguía una grande multitud del pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban.
Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos; sálvese a sí, si éste es el Cristo, el escogido de Dios.
Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús Nazareno, el cual fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;
Y había grande murmullo de él en el pueblo, porque unos decían: Bueno es; y otros decían: No, antes engaña al pueblo.
Respondió el pueblo, y dijo: Demonio tienes; ¿quién te procura matar?
Y muchos del pueblo creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando viniere, ¿hará más señales que las que éste hace?
Los fariseos oyeron al pueblo que murmuraba de él estas cosas; y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos enviaron servidores que le prendieran.
Entonces muchos del pueblo, oyendo este dicho, decían: Verdaderamente éste es el profeta.
Así que había disensión entre el pueblo por él.
Sino este pueblo que no sabe la ley, malditos son.
Y por la mañana volvió al Templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.
ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda.
Entonces muchos del pueblo de los judíos supieron que él estaba allí; y vinieron no solamente por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, al cual había resucitado de los muertos.
Y el pueblo que estaba presente, y la había oído, decía que había sido trueno. Otros decían: un ángel le ha hablado.
Le respondió el pueblo: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre, ¿cómo pues dices tú: Conviene que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?
Y era Caifás el que había dado el consejo a los judíos, que era necesario que un hombre muriera por el pueblo.
alabando a Dios, y teniendo gracia con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser salvos.
Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.
Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
Y viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? O ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si con nuestra virtud o piedad hubiéramos hecho andar a éste?
y será, que cualquier alma que no oyere a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.
Y hablando ellos al pueblo, sobrevinieron los sacerdotes, y el magistrado del Templo, y los saduceos,
resentidos de que enseñaran al pueblo, y anunciaran en el Nombre de Jesús la resurrección de los muertos.
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Príncipes del pueblo, y ancianos de Israel:
sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el Nombre de Jesús el Cristo, el Nazareno, el que vosotros Colgasteis en un madero, y Dios le resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
Todavía, para que no se divulgue más por el pueblo, amenacémoslos, que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este Nombre.
Ellos entonces los despacharon amenazándolos, no hallando ningún modo de castigarlos, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios de lo que había sido hecho.
Pues verdaderamente se juntaron contra tu santo Hijo Jesús, a quien tú ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,
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