49 Versículo de la Biblia sobre Evangelio, Esencia de
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Y llegando Jesús, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Veía en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de gran edad, y le hicieron llegar delante de él. Y le dio señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su Reino que no se corromperá.
Todas las cosas me son entregadas de mi Padre; y nadie sabe quién sea el Hijo sino el Padre; ni quién sea el Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo lo quisiere revelar.
como le has dado la potestad de toda carne, para que a todos los que le diste, les dé vida eterna.
Dios envió Palabra a los hijos de Israel, anunciando el evangelio por Jesús, el Cristo; (éste es el Señor de todos).
Porque el Cristo para esto murió, y resucitó, (y volvió a vivir,) para enseñorearse así de los muertos como de los que viven.
Porque todas las cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas a él, claro está exceptuado aquel que sujetó a él todas las cosas.
la cual obró en el Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino aun en el venidero: y sujetándole todas las cosas debajo de sus pies, y poniéndolo por cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia,
Por lo cual Dios también le ensalzó a lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre; que al Nombre de Jesús toda rodilla de lo celestial, de lo terrenal, y de lo infernal se doble.
El cual es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda criatura. Porque por él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por él y en él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas consisten por él;Leer más.
y él es la cabeza, del cuerpo de la Iglesia, principio y primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por él reconciliar todas las cosas a sí, pacificando por la sangre de su madero, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos.
Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre sacamos demonios, y en tu nombre hicimos muchas grandezas? Y entonces les confesaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad.Leer más.
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé al varón prudente, que edificó su casa sobre la peña; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y combatieron aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la peña. Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé al varón loco, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, e hicieron ímpetu en aquella casa; y cayó; y fue grande su ruina.
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras, y las hace, os enseñaré a quién es semejante: Semejante es al hombre que edifica una casa, el cual cavó y ahondó, y puso el fundamento sobre piedra; y cuando vino una avenida, el río dio con ímpetu en aquella casa, mas no la pudo menear, porque estaba fundada sobre piedra.Leer más.
Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; en la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó; y fue grande la ruina de aquella casa.
Vosotros me llamáis, Maestro y Señor; y decís bien; porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos de los otros.
Por tanto os hago saber, que nadie que hable por el Espíritu de Dios, llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.
Pero cuando viniere aquel Espíritu de Verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir. El me clarificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre, mío es; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesús, el Cristo, es venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesús, el Cristo, es venido en carne, no es de Dios; y éste es el espíritu del anticristo, del cual vosotros habéis oído que ha de venir, y que ahora ya está en el mundo.
que os es nacido hoy Salvador, que es Cristo, el Señor, en la ciudad de David.
El siguiente día ve Juan a Jesús que venía a él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Y decían a la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.
A éste Dios ha ensalzado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de pecados.
Porque hay un solo Dios, asimismo un solo Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, el cual se dio a sí mismo en redención por todos: el testimonio del cual fue confirmado en su tiempo;
Porque la gracia de Dios que trae salvación, se manifestó a todos los hombres. Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, justa, y píamente, esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesús, el Cristo.Leer más.
Que se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, seguidor de buenas obras.
Y nosotros hemos visto, y testificamos que el Padre ha enviado a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Y pensando él en esto, he aquí el ángel del Señor se le aparece en sueños, diciendo: José, hijo de David, no temas de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor, por el profeta que dijo:Leer más.
He aquí una Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que es, si lo declaras: Dios con nosotros.
Por tanto, el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y Dará A LUZ UN hijo, y llamará su nombre Emmanuel.
Del trabajo de su alma verá y será saciado. Y con su conocimiento justificará mi Siervo justo a muchos; y él llevará las iniquidades de ellos.
De la simiente de éste, Dios, conforme a la promesa, levantó a Jesus por Salvador a Israel;
Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, dio el Espíritu.
Pero respondiendo Jesús le dijo: Deja ahora; porque así nos conviene cumplir toda justicia. Entonces le dejó.
Les dice Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
Yo te he clarificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron (es hecho). Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque de la manera que en Adán todos mueren, así también en el Cristo todos serán vivificados.
Jesús le dice: YO SOY el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
A éste dan testimonio todos los profetas, de que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su Nombre.
y sacándolos fuera, les dice: Señores, ¿qué es necesario que yo haga para ser salvo? Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesús, el Cristo, y serás salvo tú, y tu casa.
Porque hay un solo Dios, asimismo un solo Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús,
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
Y si me fuere, y os aparejare el lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar con justicia a todo el mundo, por aquel varón al cual determinó; dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.
Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de Arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en el Cristo resucitarán primero; luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, y juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Requiero yo, pues, delante de Dios, y del Señor Jesús, el Cristo, que ha de juzgar a los vivos y los muertos en su manifestación y en su Reino.
He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él. Así sea. Amén.
Y he aquí, vengo presto: Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.