27 Versículo de la Biblia sobre la oposición de los escribas a Cristo
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Y he aquí, algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema.
Pero los escribas que habían venido de Jerusalén, decían que tenía a Beelzebú; y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones, decían: ¿Por qué habla éste blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?
Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! Se indignaron,
Y los escribas y los fariseos murmuraban contra sus discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?
Y le acechaban los escribas y los fariseos, si sanaría en sábado, para hallar de qué acusarle.
Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a sus discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y con los pecadores?
Y murmuraban los fariseos y los escribas, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a apretarle en gran manera, y a provocarle a que hablara de muchas cosas;
Desde aquel tiempo comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le convenía ir a Jerusalén, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea desechado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.
Y comenzó a enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciera mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar después de tres días.
He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte;
He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes, y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;
Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban cómo le matarían; porque le tenían miedo, porque toda la multitud estaba maravillada de su doctrina.
Y dos días después era la Pascua y los días de los panes sin levadura; y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo le prenderían por engaño, y le matarían.
Y enseñaba cada día en el Templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle.
Y los príncipes de los sacerdotes y los escribas procuraban cómo matarle; mas tenían miedo del pueblo.
Y luego, aún hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.
Y aconteció un día, que enseñando él al pueblo en el Templo, y anunciando el Evangelio, llegaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas, con los ancianos;
Y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque entendieron que contra ellos había dicho esta parábola; mas temieron al pueblo.
Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con gran porfía.
Y trajeron a Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron a él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.
Y luego por la mañana, habiendo tenido consejo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos, y con los escribas, y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato.
Y cuando fue de día, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le trajeron a su concilio,
De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los ancianos, decían:
Y de esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.
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